domingo, 19 de julio de 2020

UN POEMA DE LA RISA LOCA DE LOS ÁNGELES DE PAULA GIGLIO


 

 

 

Comprender una ciudad

es adentrarse en sus orificios

y recibir todo lo nuevo

como un oleaje.

Algo bulle en la oscuridad

desconocido

hasta que estalla

frente a la primera epifanía:

ciudad, te ha imaginado un dios

y los hombres te han construido

prístina

a su voluntad.

Pero también hay algo mío:

la misma silueta de los edificios,

los balcones de Recoleta estilo francés,

el café todo vidriado de la esquina,

las calles de San Telmo en el Barrio Latino,

una avenida del Libertador

que se llama Boulevard Saint-Michel:

¿dónde estás, París, que todavía

camino por Buenos Aires?

Tampoco hemos heredado todo.

Acá, el sonido de la sirena

es más agudo, más gangoso.

Hay un cuidado especial

para bajar del subte, menos ruido,

algo más alto que el Obelisco

y el grito de los cuervos

que me van guiando

hasta el Montparnasse.

La gente ha dejado

sobre una tumba

cigarrillos y boletos del Metro.

¿Cómo sería saltar al cielo

de una rayuela

dibujada

sobre la lápida?

 

 

 

Paula Giglio

La risa loca de los ángeles

 

I Premio Centrifugados de poesía joven

 

Ediciones Liliputienses


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