Incendia
la caída de las hojas las palmas de la mano. Sol sobre sol a costado de
cuerpos. A la lejanía las voces del recuerdo, la tiranía de lo resplandeciente.
Cierto tufo de manantiales y tierra entre pulgar e índice. Mandarinas y hojas
de parra colocadas en la mente del observante sobre un cuadrado infinito ya
dibujado antes por Beckett. Pasos. El silencio es sólo un continuum de
murmullos desdibujados por el golpe de pelota en el muro. La madera o las
palmas. O la instintiva forma de mantener orden y luz bajo mirada.
Rocío
Cerón
Observante
Ediciones
Liliputienses
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