martes, 16 de junio de 2020

LAS ACEQUIAS DE 1937 DE RAQUEL RAMÍREZ DE ARELLANO


 

 

 

LAS ACEQUIAS DE 1937

 

 

 

Los relojeros de la monotonía han sacado la ganzúa que abre la cerradura de los horrores. De nuevo la liebre del destino ha sido atropellada por un carromato de látigos y la curruca capirotada bisbisea alrededor de las almas para suerte del desierto, arcén de la autovía.

Mejor un gato aunque sea tramposo que estar solo.

Una canoa londinense chapurrea alemán con el camillero de la ambulancia. Tiene prisa, como sucede en todos los inviernos disecados con nieve y parece ser que calza la mesa con hule de nailon para provocar sarpullidos en las vocales de las interjecciones.

Todas las muertes son tristes cuando suceden en las cunetas. Que se lo digan a Justa Freire que escondía niños pobres bajo su mandil y regalaba naranjas: frutos para los retortijones del hambre y un reguero de muecas en el teatro de las multiplicaciones.

El franquista-come-ratas-del-bigote hizo un autentico genocidio con la primavera. Eso no sale en los libros de historia pero de un bostezo mandó el carpe diem y el ubi sunt al tempus fugit con estrellas y todo.

Desde entonces, los niños saltan sobre castillos hinchables, las hormigas se persiguen como pecas en el cadáver de una pelirroja y el amor… Todo fue tan deprisa… Nadie sabe qué pasó con el amor.

 

 

 

Raquel Ramírez de Arellano

Las arquitecturas de las colmenas

 

Devenir


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