sábado, 6 de junio de 2020

TRES POEMAS DE LA MUJER ABOLIDA DE VICENTE GUTIÉRREZ ESCUDERO





LO QUE VI a través del ventanal;

el muñeco de nieve derritiéndose

como si soportara el peso de millones de cosas.


Me sentí culpable de lo que equivaldría a su muerte.


Entré en la cocina y encontré una jarra de agua sucia,

busqué un vaso, lo hallé al subir al trineo

en donde ella manipulaba un bibilot;

si lo agitaba, los pájaros muertos que flotaban en el lago

regresaban al cielo en estampida.


Lamenté no haber insistido para que me llevara con ella.


Antes de irse me dijo:

«hay colocarlos bien, si no el viento los tira al suelo»



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TE CAES DE un caballo que cierra los ojos

y lo siguiente que sé

es que tu cuerpo descansa denudo

sobre un piano de cola

junto a un búcaro de flores recién cortadas.


¿No sería más fácil extender los brazos

antes de guardar la bicicleta

en el hueco de la escalera?

Sonaría una música distinta.


Al aproximarme a la mesilla de noche

(donde la luz es aún más tenue)

me doy cuenta de que el caballo respira con alivio.



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OTRO PAISAJE ES este;

latentes árboles

hombre-sueño, mariposa en reposo

disfraces de todas las muertes.


Seda cruda sobre los codiciosos escalofríos.




Vicente Gutiérrez Escudero

La mujer abolida


El Desvelo ediciones


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