ENTRE HOMBRES
(43 estudiantes desaparecidos en Iguala, México)
Y ahora
piensa en un hombre
que
está meando sobre un valle
cubierto
de amapolas.
Míralo:
se ha plantado con sus botas
bien curtidas
y limpias
sobre
el borde del valle.
Se
sujeta la verga con los guantes de caza
y mea
de un extremo al otro extremo
del
valle de amapolas
mientras
apura un cigarrillo.
La fuerza
de su orina hace temblar las amapolas.
Su
meada penetra tierra adentro
hasta
el temblor de la amapola
(—y acaso más al fondo; digamos, por ejemplo
que hasta el borde quebrado de una falla—).
No es este un hombre imaginario
de simbólicas botas bien lustradas;
ni orina que se piensa, ni guantes que se escriben
sujetando una verga literaria
sobre un valle ficticio.
Decimos que este hombre es un hombre bien hombre,
y que en el fondo no ficticio de este valle
hay huesos calcinados, hebillas calcinadas,
zapatillas y botas calcinadas,
junto a membranas y cuadernos,
diccionarios y lenguas calcinadas.
Digamos que este hombre se sacude
la verga y, apurando el cigarrillo,
lo apaga con la punta de sus botas
y vuelve a su Volkswagen.
Este hombre soy yo
—no me gustan los hombres
que no sospechan nunca de sí mismos—
y ahora te doy asco.
Carece de importancia:
bienvenido al poema.
Antonio
Praena
Entre
el cielo y la tierra
Planeta
Clandestino #210
Ediciones
del 4 de agosto
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