AMO A MI AMO
Amo a
mi amo.
Recojo
leña para encender su fuego cotidiano.
Amo sus
ojos claros.
Mansa
cual cordero
esparzo
gotas de miel por sus orejas.
Amo sus
manos
que me depositaron
sobre un lecho de hierbas:
Mi amo
muerde y subyuga.
Me
cuenta historias sigilosas mientras
abanico
su cuerpo cundido de llagas y balazos,
de días
de sol y guerra de rapiña.
Amo sus
pies que piratearon y rodaron
por
tierras ajenas.
Los
froto con los polvos más finos
que
encontré, una mañana,
saliendo
de la vega.
Tañó la
vihuela y de su garganta salían
coplas
sonoras, como nacidas de la garganta de Manrique.
Yo
quería haber oído una marímbula sonar.
Amo su
boca roja, fina,
desde
donde van saliendo palabras
que no
alcanzo a descifrar
todavía.
Mi lengua para él ya no es la suya.
Y la
seda del tiempo hecha trizas.
Oyendo
hablar a los viejos guardieros, supe
que mi
amor
da
latigazos en las caderas del ingenio,
como si
fueran un infierno, el de aquel Señor Dios
de
quien me hablaba sin cesar.
¿Qué me
dirá?
¿Por
qué vivo en la morada ideal para un murciélago?
¿Por
qué le sirvo?
¿A
dónde va en su espléndido coche
tirado
por caballos más felices que yo?
Mi amor
es como la maleza que cubre la dotación,
única
posesión inexpugnable mía.
Maldigo
esta
bata de muselina que me ha impuesto;
estos
encajes vanos que despiadado me endilgó;
estos
quehaceres para mí en el atardecer sin girasoles;
esta
lengua abigarradamente hostil que no mastico;
estos
senos de piedra que no pueden siquiera amamantarlo;
este
vientre rajado por su látigo inmemorial;
este
maldito corazón.
Amo a
mi amo pero todas las noches,
cuando
atravieso la vereda florida hacia el cañaveral donde a
hurtadillas
hemos hecho el amor,
me veo cuchillo
en mano, desollándolo como a una res sin culpa.
Ensordecedores
toques de tambor ya no me dejan
oír ni
sus quebrantos, ni sus quejas.
Las
campanas me llaman…
Nancy
Morejón
Poesía
esencial
Edición
y selección de Alberto García-Teresa
Prólogo
de María Ángeles Maeso
Huerga
& Fierro editores
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