Un hombre que se levanta de noche
es
carne de cañón para la fatiga
tapa a
un hijo suyo y le besa en la frente.
A
través de la ventana ve
luces
tirantes y su propio reflejo
faltan dos
horas para que se dibuje el árbol
el
edificio
el
patio baldío y tal vez
la rata
gorda que vive
en un
hueco del balcón asome su cara.
El
hombre hace café negro y lo bebe
hace
desayuno para hijos y no lo toca
se
palpa los brazos,
la
decadencia empieza por el torso pero mucho antes
golpeó
el filo del martillo del oído
y ya no
escuchó el ruido del metal
contra
la fuente donde tiraba monedas de niño.
Recién
levantado el hombre
volvería
a acostarse
cerraría
la puerta de su cuarto
hundiría
su cara en las sábanas
como si
se tratara de agua.
Pero el
hijo menor
Se
despertó hoy y se vistió solo
ahora
estudia el nudo de la corbata escolar frente al espejo
los
ojos fijos
la
mandíbula en tensión.
La vida
es como un mantra que horada el oído
hasta
que lo ensordece
repitiendo
su rutina de veinticuatro horas.
El
hombre no sabe aprovechar el tiempo
amanece
sin que él sé de cuenta
la rata
asoma y él no la ve.
En la
calle una mujer
rompe
la mañana con su taco de aguja.
Mercedes
Álvarez
La
naturaleza detrás de la maceta
Ediciones
Liliputienses
No hay comentarios:
Publicar un comentario