LA
BALLENA Y EL PADRE
Mi
padre me enseñó
la roca
para otear ballenas.
Años
más tarde
lo vi
morir ante mis ojos.
La
ballena fue el nexo
de
unión entre ambos,
incluso
al abandonar el barrio.
Apenas
recuerdo su rostro.
No en
vano han pasado yaveintidós años.
He
subido a esa roca con mis hijos.
He
repetido las explicaciones
que me
dio mi padre cuando yo era niño.
Al
bajar de Ulía no he podido evitar
mirar
hacia atrás, hacia la roca.
Les he
dicho que esperen, y
he
subido
don la
esperanza de avistarlo.
Casi al
mismo tiempo
desaparecieron
para mí
mi
padre y las ballenas.
Ambos
quedaron trenzados
en mi
memoria, conforman
una
única y misma leyenda.
Aritz
Gorrotxategi
Señuelo
Trea
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