miércoles, 8 de junio de 2022

TODO ES SECRETO Y OTROS DIEZ POEMAS DE YANNIS RITSOS

 

 

 

 

Todo es secreto —

la sombra de la piedra

la uña del pájaro

el ovillo

la silla

el poema.

 

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Aparta los adornos.

Las estatuas desnudas.

Ante sus pies solamente

un hombre y un martillo.

 

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Con el martillo

coge en su mano

el aire del martillo.

En el primer clavo

cuelga su chaqueta

en el segundo su boina

en el tercero

más alto

el aire.

 

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Me encontraréis —dijo—

cuando sea tarde.

Y no es culpa vuestra ni mía.

Siempre es tarde.

Pregunta a la mujer

que limpia lentejas

en el plato de barro.

Pregunta a la estatua

la pregunta misma siempre llega tarde.

 

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Contrabandista proxenetas comerciantes de la guerra

antenas de televisión

los sombreros en las chimeneas

hundimiento de tierra

alcantarilla rota

un niño con su armónica

atención atención

el pájaro no tiene donde posarse

una pata

se cansó en el cielo.

 

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Domingo lluvioso

la gripe

el viejo que estornuda

los colores mojados

las aspirinas

el guardia de tráfico muerto

los clavos en la pared—

¿Qué puede aliviar el poema

con tantos agujeros en el pecho?

 

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Aquel a quien envolvieron en la mortaja

en su sábana sucia

la sacudida del camión

el teléfono en la otra habitación

sonaba endiablado

los cinco futbolistas

en la acera del bar

el aprendiz de carpintero

levantando los dos dedos

en forma de V

como las tijeras de Edipo —

lejana historia entrecortada.

 

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Caducados billetes amarillentos

radiografías llenas de polvo

ventanillas de trenes

las voces de los amantes del deporte

entrando por los cristales de la clínica

éste con los calzones caídos

al pie del faro l—

¿cómo cabe tanta muerte —dijo—

en un lugar tan estrecho

con tantas luces?

¿No gritarás no?

 

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La luz bronquítica

el interrogador

la mirada helada del cabo

los vendedores de periódicos muertos

los chicos de bachillerato

el retorcijón por debajo del estómago

los palillos de dientes

lo intalterable

las excusas

los clavos.

Se detuvo en el quiosco

se probó cuatro cinco pares

de gafas de sol.

No encontró ningunas lo suficientemente oscuras.

 

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Cerró con llave

aseguró la puerta

puso una piedra

tapó las rendijas.

¿Por dónde entraron entonces?

¿No sería tal vez

que lo que había creído cerrar fuera

lo había encerrado dentro?

 

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La cárcel estaba en este lado

y en el otro lado.

En medio

las tablas los clavos la azada

la alta grúa

el espejo resquebrajado

la habitación de la echadora de cartas

más arriba aún

el pájaro armado

listo para su muerte

 

 

 

Yannis Ritsos

De papel

 

Prólogo de Dimitri Papagueorguiu

Versión de Coloma Chamorro, Javier Lentini y Dimitri Papagueorguiu

 

Editorial Lumen


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