Todo es
secreto —
la
sombra de la piedra
la uña
del pájaro
el
ovillo
la
silla
el
poema.
——————
Aparta
los adornos.
Las
estatuas desnudas.
Ante
sus pies solamente
un
hombre y un martillo.
——————
Con el
martillo
coge en
su mano
el aire
del martillo.
En el
primer clavo
cuelga
su chaqueta
en el
segundo su boina
en el
tercero
más
alto
el
aire.
——————
Me
encontraréis —dijo—
cuando
sea tarde.
Y no es
culpa vuestra ni mía.
Siempre
es tarde.
Pregunta
a la mujer
que
limpia lentejas
en el
plato de barro.
Pregunta
a la estatua
la
pregunta misma siempre llega tarde.
——————
Contrabandista
proxenetas comerciantes de la guerra
antenas
de televisión
los
sombreros en las chimeneas
hundimiento
de tierra
alcantarilla
rota
un niño
con su armónica
atención
atención
el
pájaro no tiene donde posarse
una
pata
se
cansó en el cielo.
——————
Domingo
lluvioso
la
gripe
el
viejo que estornuda
los
colores mojados
las
aspirinas
el
guardia de tráfico muerto
los
clavos en la pared—
¿Qué
puede aliviar el poema
con
tantos agujeros en el pecho?
——————
Aquel a
quien envolvieron en la mortaja
en su
sábana sucia
la
sacudida del camión
el
teléfono en la otra habitación
sonaba
endiablado
los
cinco futbolistas
en la acera
del bar
el
aprendiz de carpintero
levantando
los dos dedos
en
forma de V
como
las tijeras de Edipo —
lejana
historia entrecortada.
——————
Caducados
billetes amarillentos
radiografías
llenas de polvo
ventanillas
de trenes
las
voces de los amantes del deporte
entrando
por los cristales de la clínica
éste
con los calzones caídos
al pie
del faro l—
¿cómo
cabe tanta muerte —dijo—
en un
lugar tan estrecho
con
tantas luces?
¿No
gritarás no?
——————
La luz
bronquítica
el
interrogador
la
mirada helada del cabo
los
vendedores de periódicos muertos
los
chicos de bachillerato
el
retorcijón por debajo del estómago
los
palillos de dientes
lo
intalterable
las
excusas
los
clavos.
Se
detuvo en el quiosco
se
probó cuatro cinco pares
de
gafas de sol.
No
encontró ningunas lo suficientemente oscuras.
——————
Cerró
con llave
aseguró
la puerta
puso
una piedra
tapó
las rendijas.
¿Por
dónde entraron entonces?
¿No
sería tal vez
que lo
que había creído cerrar fuera
lo
había encerrado dentro?
——————
La
cárcel estaba en este lado
y en el
otro lado.
En
medio
las
tablas los clavos la azada
la alta
grúa
el
espejo resquebrajado
la
habitación de la echadora de cartas
más
arriba aún
el
pájaro armado
listo
para su muerte
Yannis
Ritsos
De
papel
Prólogo
de Dimitri Papagueorguiu
Versión
de Coloma Chamorro, Javier Lentini y Dimitri Papagueorguiu
Editorial Lumen
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