Y, sin embargo, lo verdaderamente salvaje de
Nueva York, no es Harlem. Hay vaho humano y gritos infantiles y hay hogares y
hay hierbas y dolor que tiene consuelo y herida que tiene dulce vendaje.
Lo impresionante por frio y por cruel es
Wall Street. Llega el oro en ríos de todas partes de la tierra y la muerte
llega con él. En ningún sitio del mundo se siente como allí la ausencia total
del espíritu: manadas de hombres que no pueden pasar del tres y manadas de
hombres que no pueden pasar del seis, desprecio de la ciencia pura y valor
demoniaco del presente. Y lo terrible es que toda la multitud que lo llena cree
que el mundo será siempre igual, y que su deber consiste en mover aquella gran
máquina día y noche y siempre. Resultado perfecto de una moral protestante, que
yo, como español típico, a Dios gracias, me crispaba los nervios.
Federico
García Lorca
Un
poeta en Nueva York
(Conferencia-recital)
Edición
de Hilario Jiménez Gómez
Planeta
Clandestino #225
Ediciones
del 4 de agosto
Una joya.
ResponderEliminarUn abrazo.