miércoles, 31 de julio de 2024

UN POEMA DE ALEJANDRA VANESSA EN POTO Y CABENGO

 




El día que Alejandra enfermó,

cada uno trabajaba en sus quehaceres.

Incluso ella.

Después volvieron a la rutina,

la zozobra aminoró

y con los dedos aprendieron a improvisar

nuevos códigos.

MORSE.

El día que volvió a casa

la aguardaba una ristra de películas

Terror Serie B

porque en su idioma significa: estoy aquí―.

De aquellos meses:

los vómitos,

las ojeras,

el color de las pastillas,

los to be continued

hacían de una espiral un triunfo.

El pulgar sobre el papel trazaba viejos vocablos:

armagedón, plumier, ornitorrinco.

Los ojos se mantenían bien abiertos frente a las ráfagas,

y las manos bien cerradas, agarrando los morfemas

de la palabra familia.


Alrededor el mundo sigue sus tiempos.

Tras la baranda, tras el cristal, tras la cortina,

Alejandra vigila las flores de plástico del balcón vecino

y se dice que nunca más pasará.

No. Nunca. No. Puedo.

Repite: nunca más pasará.




Alejandra Vanessa

Poto y Cabengo


Valparaíso Ediciones



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