Una carta extraviada. Te llevaba en el bolsillo.
En mi cuarto se van acumulando
pequeñas extensiones de tu cuerpo.
Como si fueras desprendiéndote de algunos
pellizcos de carne.
Se van acumulando vocales
desdobladas de tu nombre
por pensarte en voz alta.
Y hoy
descubrimos que mi piel te sabe a agua de rosas
y yo me convierto en un charco.
El amor es un mito al que aferro conscientemente.
―――――――――――
Si fuese honesto, el relato sería insulso.
Si hubiese cruzado el límite
no podría contenerme.
Si fuese satisfactoria la escritura
los poetas seríamos herreros.
Para leer un mapa
tienes que querer posicionarte.
―――――――――――
Insisto con un puñal sobre la piedra.
Ha de ser, mi huida, un sacrificio sonado
y que mis siglas, aunque sean
escasos garabatos,
se conviertan en dictamen divino:
Y tallé
mi nombre en una piedra
que rodó
y se hizo
deshecho.
Y miré
lo que iba a ser una promesa
y mi nombre
se hizo
balbuceo.
Elsa Moreno Calabuig
En un lugar limítrofe
Con evocación de Leo Rizzi y prólogo de Sara Torres
La Imprenta
No hay comentarios:
Publicar un comentario