miércoles, 10 de julio de 2024

UN FRAGMENTO DE CUADERNOS DE LENGUA Y LITERATURA DE MARIO PABLO ORTIZ

 






En la primera clase de Latín II en la universidad, ni

bien entró al aula, el viejo Camarero se paró sobre la ta-

rima y, sin saludar, buscó una tiza. Casi todos ya lo había-

mos tenido en Cultura Clásica. Era un español de Gerona,

o sea, un catalán que pronunciaba las eses bastante pasto-

sas; medía casi dos metros, usaba unos enormes anteojos

recetados de cristales ahumados, y el pelo blanco de sus

sienes rodeaba una cabeza pelada y brillosa que a mí siem-

pre me pareció una especie de recipiente elástico someti-

do a altísima presión interna y a punto de estallar.

Lo primero que nos dijo fue que esa clase era una

suerte de prólogo a la materia, y anotó esa palabra en el

pizarrón en el ángulo superior a la izquierda. Pro-logos,

comenzó a explicarnos, literalmente significa lo que está

antes del discurso, del texto. Después nos pidió que le di-

jésemos otros términos que tuviesen más o menos el mis-

mo significado. Introducción dijo alguno; el viejo lo anotó

y explicó su etimología. Prefacio, dijo otro después de un

rato; la palabra, obediente, se sumó a la lista y al análisis.

¿Cuál otra?, preguntó. El silencio entre los bancos se

prolongaba más de la cuenta; entonces el viejo continuó

solo el ejercicio: proemio – prefacio -liminar – preliminar -

peámbulo...

Preliminar” viene de praeliminaris; allí está la raíz

liminaris que se origina en el sustantivo limen, liminis y

significa en primer término “el umbral de la puerta”, y por

extensión “casa, morada”. Entonces pre-liminar es algo

o alguien que está a las puertas del texto. El Apocalipsis,

comúnmente asociado a los horrores de los últimos días,

tiene sin embargo una de las imágenes poéticas más con-

movedoras por la humildad y esperanza, puesta en boca

de Maestro: “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien

oye mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos jun-

tos”. (Apoc. 3, 20)

Limen da también la palabra “eliminar” (ex – liminare)

que implica la idea primaria de echar a alguien de la casa,

y luego da a nuestro idioma “suprimir” , “exterminar”. El

umbral es ciertamente un límite entre el adentro y el afue-

ra, pero no debe confundirse aquella palabra con limes,

limitis (“límite”) cuyo primer sentido es el de un camino o

senda que atraviesa de una parte a otra. Sin embargo, es

interesante observar que limen y limes provendrían, según

algunos filólogos, de una misma raíz que se encuentra en

el adjetivo limus, a, um e implica la idea de algo que está

torcido, atravesado. Por ello la expresión limi oculi, o bien

limis oculis spectare es mirar a alguien con ojos torcidos, en-

vidiarlo; los paisanos en el campo dirían que está ojeado.

Cuando terminó, había pasado la mitad de la clase, y

sobre el pizarrón estaban escritas más de veinticinco o

treinta palabras en una letra inclinada y de trazo rápido.

Para muchos de mi generación, escribir en Bahía Blanca

supone todo esto.

El capitalismo puro y crudo ordenó salvajes repre-

siones en el Puerto de Ingeniero White. Los pescadores

artesanales aparecieron tirados en medio de la calle boca

abajo, rodeados por agentes de la policía y la prefectura

apuntándole la cabeza; un charco de sangre que quedó

al pie del Crucifijo luego de que fueran a detener a los

refugiados en Exaltación de la Santa Cruz: estas imágenes

quedan impresas a fuego en la retina. Y esto ocurrió en la

Nochebuena del año 2009.

Lo mismo que en la dictadura.

Lo mismo que en 1907.

Y entonces, la necesidad de la Filología.

Precisamente.


Filo-logos: amor a las palabras, lo que equivale a decir

también pasión por las letras.


Pro-logos.

¿Existe algo antes del logos?




Mario Pablo Ortiz

Cuadernos de Lengua y Literatura


Ediciones Liliputienses


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