EL
MUNDO PERFECTO DEL QUE TODOS HABLAN
Dedicado a Dios
Mi
madre fue:
la
primera recolectora
la
primera cazadora
la
primera agricultora
la
primera exploradora
la
primera poeta
y la
primera científica.
Mi
madre es las Naciones Unidas,
mantiene
la paz y la seguridad de quien la rodea,
fomenta
relaciones armoniosas de índole casero o vecinal
sus
manos despliegan campamentos y atardeceres
sus
palabras cicatrizan acantilados
sus
abrazos son fronteras sin límites.
Mi
madre es la UNICEF,
su
bandera son las manos que sujetan
oportunidad
de triunfo y merienda;
distribuye
cuidados y unos pestiños que curan sobremesas.
Mi
madre es la capitana mayor de los Cascos Azules;
incluso
cansada ejerce la disciplina de la sonrisa.
Domina
las prácticas de supervivencia; si la fiebre
o el
dolor saltan, ella lo hace más lejos.
En caso
de conflicto despliega una caricia,
bombardea
con croquetas, somete a sopa las aguar revueltas.
Mi
madre es la OMS,
participa
en todo tipo de campañas;
si le
pido que pose junto a unos leggings
lo hace
desinteresadamente:
nadie
mejor que estella por los pasillos del centro comercial.
Mi
madre es el Banco de España:
concede
microcréditos a fondo perdido,
y como
ministra de exteriores
vigila
el riguroso cumplimiento de las leyes
de
llaves puestas por fuera
y
nevera siempre abierta.
Dice
cosas como «no sirvo»
«no
tengo vida en la sangre», o «ya no veo nada»,
y a los
tres segundos canta cuarenta en copas
y se
levanta para hacer unas migas.
Cuando
me voy siempre sale a despedirme
y me
transmite algunas recomendaciones
de la
Dirección General de Tráfico
y del
Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
Camina
desde hace noventa años
¿Se dan
cuenta? Noventa años…
Solo
cuando se cansa, busca mi brazo:
ignora
que soy yo el que se agarra a ella.
Tirso
Priscilo Vallecillos
Entrevista
a Albert Einstein
Ediciones
Trea
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