I
cientos
de pájaros heridos sobre los alféizares,
mi
madre en la camilla y la belleza del mundo nos
abandonaba
dos
filas de enfermos en lascivia danza de muerte,
como
letras despeñadas de los letreros de verano
poco
más de mes y medio pero ninguno lo sabíamos
siempre
odié las disculpas por lo inevitable,
el
vuelo de alondras y nenúfares,
la
pérdida del punto de vista en la distancia
el
hospital es un sitio seguro,
no compadezcáis
mi desesperación del fugitivo,
hay un
hogar en cada instante que recuerdo
sostuvo
mi mirada unos segundos,
las
flores vencerán cada tarde el olor de la leía,
la
pureza de sus venas invisibles,
y
mientras Sísifo se limpiaba el barro de la cara me dijo
en un
abismo
háblales
de mí,
no
dejes que los niños me olviden
Rubén
Romero Sánchez
Madre
Ril
editores
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