En memoria de Samuel Luiz
y de todas esas personas asesinadas por crímenes de odio
Qué fue
lo que hicimos mal.
Por qué
nosotros,
la
desviación,
la
diferencia,
cuando
qué fácil es formar parte
del
rebaño,
de la
masa,
del
silencio que otorga.
Nos
tocó ser la oveja negra,
el
animal descarriado,
la
fiera marcada,
la
algarabía que destellaba.
Fuimos
parte del corrillo,
de las
habladurías,
de las
comisuras de los labios
que se
torcían cuando enunciaban
un
nuevo desliz,
cuando
nunca han pronunciado bien
homosecsual
y les
producía urticaria nuestra sombra,
nuestros
contornos,
nuestras
formas.
Seguiremos
preguntando
por qué
nos
atravesó aquella estaca el corazón,
hemos
palpado la soledad y el frío,
por qué
la inquina,
el
señalamiento,
por qué
reniegan de nosotros,
o les
damos miedo,
por qué
el desprecio,
y la
burla.
Qué
hemos hecho tan mal,
luna,
que
sigues iluminándonos
cuando
la luz del sol no amplifica
nuestros
desperfectos
bajo tu
abrigo,
encontramos
pechos
que nos
reciben a horas intempestivas,
el
abrazo infinito que calma
el
dolor y el llanto
de los
cuerpos arañados
por las
caricias que nos desangran.
La
oscuridad
nunca
nos ha abandonado
al
baile de las máscaras y el disfraz,
nos ha
resguardado en sus noches
cuando
no fuimos capaces de encontrar un rumbo
y
partíamos en la búsqueda de a lo a lo que amarrarnos
para
apaciguar el desgarro animal,
los
cuerpos convertidos en despojos,
las
vidas que no brillaban
en el
reflejo de los escaparates.
Rasgamos
las preguntas
por
todos los pasos que no llegaron a tiempo,
esas
sombras difuminadas
que se
desvanecieron en la bruma,
las
almas infinitas
que se
encontraron con caminos y precipicios
donde
volaron libre y aún suena
su
carcajada
liberada
de cualquier nudo.
Hasier
Larretxea
Hijos
del peligro
Editorial Candaya
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