HIJOS
DE LA BONANZA
Mi
infancia son recuerdos de un piso a las afueras
y un
huerto descuidado en la ventana;
mi
juventud, veinte años de cuaderno de inglés.
Conseguirás
—dijeron—
mucho más
que tus padres y sus padres:
estudia
cuatro años y tendrás un trabajo,
trabaja
y vivirás siempre tranquila;
trabaja
y serás digna de un futuro.
Asentí,
como todos —hijos de la bonanza—.
No atendimos
a aquel presentimiento,
aquel olor
a pólvora —aún distante—
que
asomaba en voz baja
como un
eco de angustia a puertas de palacio.
De aquel
país ajeno a las fronteras
solo
guardo el recuerdo de la luz
y una
aversión a la palabra patria.
Rocío Acebal
Doval
Hijos
de la bonanza
Ediciones
Hiperión
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