sábado, 3 de octubre de 2020

DOS POEMAS DE VAMOS, VEMOS DE MARÍA ÁNGELES MAESO

 

 

 

 

TRAGALUZ

 

 

 

Nadie dice vamos.

 

Pero cada peldaño de orfandad

mantiene a salvo su reclamo:

¡subir, subir!

 

Donde hubo padres tampoco están sus ojos,

sino más arriba, más arriba, más arriba.

 

Donde cada golpe de añil

piensa en su norte y en su fiebre.

 

Donde un punto de luz ya es casi luz

y no recuerdo.

 

Nadie dice vamos y no importa,

¿qué fruto es flor querría volver atrás?

 

Un trozo de cielo que nunca alcanzo,

al que aún nadie ha podido

contratarlo por criado,

es el que imanta la raíz.

 

¿La alegría que de él proviene

se debe a que siempre está ante mí?

 

 

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AQUÍ

 

 

 

Toda representación del paraíso

incluye una pareja de arcilla sin cocer,

como el barro que recubre tumbas,

tan fácil de remover por cualquier perro de tedio.

 

Nunca fuimos invitados a esa paz

donde el ángel no interviene,

la serpiente no interviene,

la manzana no interviene.

 

Nunca fuimos expulsados de un jardín

que no pisamos,

sino de un territorio concebido aquí,

a un paso de los muertos,

con lindes fijadas por pie humano,

donde a mano queda el manantial y está sellado,

donde a mano queda la manzana y está vallada,

donde la culebra que busca el aire obtiene plomo

y el ángel que anhela tierra una muralla.

 

No es algo que a otros les sucede:

queda a un golpe de vista del diccionario

y os digo que está expurgado.

 

Quedan cigüeñas ateridas en las torres

retrocediendo hacia la piedra.

 

Quedan meses cortados a serrucho

y otra vez mis días treinta

como insectos encerrados en el ámbar.

 

Aquí, en las afueras de los remansos,

bajo la luna del No Creciente,

¿con cuántas plegarias más insistirá la sed?

 

 

 

María Ángeles Maeso

Vamos, vemos

 

Tercera edición. Bilingüe Castellano – Esperanto

 

Lastura


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