TRAGALUZ
Nadie
dice vamos.
Pero cada
peldaño de orfandad
mantiene
a salvo su reclamo:
¡subir,
subir!
Donde hubo
padres tampoco están sus ojos,
sino más
arriba, más arriba, más arriba.
Donde cada
golpe de añil
piensa
en su norte y en su fiebre.
Donde un
punto de luz ya es casi luz
y no
recuerdo.
Nadie dice
vamos y no importa,
¿qué
fruto es flor querría volver atrás?
Un trozo
de cielo que nunca alcanzo,
al que
aún nadie ha podido
contratarlo
por criado,
es el
que imanta la raíz.
¿La
alegría que de él proviene
se debe
a que siempre está ante mí?
—————————————————
AQUÍ
Toda representación
del paraíso
incluye
una pareja de arcilla sin cocer,
como el
barro que recubre tumbas,
tan fácil
de remover por cualquier perro de tedio.
Nunca fuimos
invitados a esa paz
donde el
ángel no interviene,
la
serpiente no interviene,
la
manzana no interviene.
Nunca fuimos
expulsados de un jardín
que no
pisamos,
sino de
un territorio concebido aquí,
a un
paso de los muertos,
con lindes
fijadas por pie humano,
donde a
mano queda el manantial y está sellado,
donde a
mano queda la manzana y está vallada,
donde
la culebra que busca el aire obtiene plomo
y el
ángel que anhela tierra una muralla.
No es
algo que a otros les sucede:
queda a
un golpe de vista del diccionario
y os
digo que está expurgado.
Quedan cigüeñas
ateridas en las torres
retrocediendo
hacia la piedra.
Quedan meses
cortados a serrucho
y otra
vez mis días treinta
como
insectos encerrados en el ámbar.
Aquí,
en las afueras de los remansos,
bajo la
luna del No Creciente,
¿con
cuántas plegarias más insistirá la sed?
María Ángeles
Maeso
Vamos,
vemos
Tercera
edición. Bilingüe Castellano – Esperanto
Lastura
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