ESCENA CON NIÑOS
Estalló
la rabia, ese sentimiento primitivo
de
espuma pegajosa y amarga.
La ira
soberana entraba por la nariz
como un
aire salado que saturaba los pulmones de los náufragos.
Estalló
la rabia ciega tratando de abrirse paso en la oscuridad del mundo,
su
desesperación era el epígrafe de los desplazados
que
abarrotaban las lanchas llevando en sus brazos
a sus
hijos asustados, rígidos, por los gritos y el frío del mar.
Esencia
de vida arrebatada, instante compartido con un gesto
en
todas las pantallas de un siglo que presume
de
tener el poder de verlo todo al mismo tiempo.
Infinitas
pantallas de plasma, superficies táctiles,
espejos
de luz para asomarnos al abismo de los desesperados
y ser
espectadores, mirones en un anfiteatro sin gradas
donde
los gladiadores son ahora los niños esclavos de las guerras
que
salen a luchas contra las olas.
Ilusión
transparente que reparte sonrisas en las manos,
el
poder de un tiempo cibernético donde los pulgares alzados
no
entienden de clemencia ni saben descifrar el espanto
de los
que escapan del infierno y se vuelven mortales
ahogados
en las playas.
La
muerte ya no era el esqueleto apoyado en su guadaña,
su
imagen medieval dejaba paso a la iconografía
de los
cuerpos vestidos de niñez sobre la arena.
Ana
Merino
Salvamento
de hormigas
No hay comentarios:
Publicar un comentario