VII
El corazón del tiempo
Estoy
sentado frente a las marismas del río Odiel
bajo la
luna llena de abril,
frente
a la ciudad de Huelva
con las
piernas cruzadas como un buda
y los
ojos de un niño que ha perdido a su padre
y veo los
destellos de las llamas de las chimeneas
/ de
las petroquímicas
y veo
las sombras, las siluetas de miles de aves
que
viajan de noche y de noche regresan,
y a
Eladio Orta en Isla Canela acurrucado
junto a
las higueras
escribiendo
poemas como balas de amor
y alzo
los brazos para coger esa inmensa luna
que
todo lo ilumina
las
pateras, las chavolas, el humedal, los barcos
/ sobre
la ría,
alzo
los brazos para saber que nada me es
/
indiferente
para
saber que entre mi corazón y Portugal
/
anidan las cigüeñas
para
entender más aún ese acento
con que
me amas y olvidas
alzo
los brazos al viento que mece los enebrales
/ en
Punta Umbría
al
viento que barre las nubes tóxicas,
al
viento que golpea mi cara
al
viento que me traduce y seduce a un son cubano.
Estoy
sentado frente a las marismas del río Odiel
para
recordar padre la vida que me has dado,
el lazo
de amor que poco a poco con la misma vida
/ hemos
trazado,
para
recordar en tu nombre los nombres inventados
y
entender que la muerte no puede separarnos.
Estoy
sentado en tus rodillas padre,
agazapado
entre tus brazos
en los
miles de kilómetros que hemos compartido
en esa
patria que nunca tuvimos ni heredamos,
agazapado
como un águila en tu mirada
oteando
la utopía que me enseñaste a pronunciar,
siempre
la utopía,
ese
lugar de la memoria que habito con orgullo
y con
dignidad promulgo,
el
verso más alto y duro al que jamás he renunciado.
Estoy
sentado frente a las marismas del río Odiel
frente
a las bandadas de flamencos
como
nubes de bombas rosas que planean sobre
/ estos
versos
sobre
la letal coreografía de la Riotinto Company
y el
manifiesto comunista.
Estoy
sentado para confundir los términos
para
entender tu risa en tardes sin prisa
y que
Lola Luna en un golpe de suerte
descienda
de las nubes en un sidecar negro,
que a
las cinco de la tarde sean las treinta de la
/ noche
que no
termine aquí nuestra locura.
Estoy
sentado frente a las marismas del río Odiel...
¿y tú
padre....
a la
izquierda de que dios me estás amando?
Uberto
Stabile
Empire
Eleison
Poesía
Garvm
No hay comentarios:
Publicar un comentario