Suposiciones
acerca
de
Michael
Lentz
2
Michael Lentz no tiene gato. Alimenta al gato de alguien.
Que le regala siete vidas: alguna de ellas paralelas.
Hay días en los que suspira.
Hay días. Hay suspiros.
Michael Lentz observa el poema, el rumbo, el campo y el sol.
El poeta se protege con factor de protección solar: del lenguaje culto.
Michael Lentz se pone límites. Hay que saltar sobre ellos con piernas largas.
Escribe con alegría: ensancha la mente.
Michael Lentz sigue usando zapatos de punta. Caros, italianos.
El mundo los ve y aplaude. El poeta es su propio modelo.
Michael Lentz recita poemas de Eugen Gomringer.
Michael Lentz tiene un gen para la concreción. Gomringer adopta a Lentz.
Lentz es el hijo número 8. La herencia se divide, pero jamás desaparece.
En verano, Lentz lleva a un niño en los brazos.
Está listo, hecho a sí mismo, sacado de un árbol al sol, de ahí
un nombre un tanto agrio. Le queda bien al niño, especialmente a la niña.
Lentz desconcierta. Dice que no, y luego tal vez y que podríamos.
Michael Lentz es mi hermano.
El baúl de Lentz en Marbach contiene una rama de olivo. En las carpetas están las escrituras con los pasos a seguir.
El poeta, hace ya tiempo magistrado,
¿qué es lo que quieren? Suspira.
Lentz es inconcebible frente a una caja registradora. Son 3 euros con 87, por favor.
Lentz siempre está, siempre es escenario a su alrededor.
¿Qué hacen menos de 4 euros en un escenario?
Lentz se acuesta a dormir con el idioma y despierta recordando.
Había algo. Quizás era brillante.
Lentz lo escribe. Más o menos. Habla todo el tiempo.
Brillante es una palabra privada de su gen-ética.
A Michael Lentz le gustan esas cosas.
A Lentz no le gusta nada.
El poeta calla, el poeta habla,
A veces está en un andén, otras veces a la luz.
Nora Gomringer
Mantis religiosa
Traducción de Pablo Jofré
Ilustraciones de Benito Valladares
La Única Puerta a la Izquierda
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