SOMBRAS DEL PARQUE
De Blas Otero, Bilbao, 1916
La Habana, invierno de 1964
A veces es raro mirar a un amigo,
contarle historias pensando
en el oscuro corredor donde escribí
mis primeros poemas.
Ahora que los muros ceden
con la impura luz de los espejos
no sé si existo en los mitos o la ironía.
Yo que sobre mí mismo oí el mar
y olvidé las palabras de los nombres
inscritos, sonoros.
Verteré azufre en esta tierra y me iré
a otro lugar, a otro sitio sin tiempo
ni memoria.
Es raro mirar a un amigo, mudar
el disfraz de estos años que cayeron
inexorablemente sobre el vacío,
buscar en las plazas, los cementerios,
los homenajes, los discursos que no sustituyeron
por momentos.
He intentado saludar al viento, hallar un lugar
donde enterrar mis horas y sueños.
Pero invoqué las noches oscurísimas
y me cegó la luz.
Nunca dije toda la verdad, no hable del infierno
al otro lado de las piedras, ni de los barcos
después de la lluvia.
Yo amé de un solo golpe una palabra,
al hijo fiel injustamente castigado entre pliegues
de una bandera, al que no quiso responderme acompañado
por el silencio desconocido de otros hombres.
Todo es dolor y cansancio; a veces
un frío nocturno que cubre toda la vastedad
de estas calles habaneras, al termino de este café,
donde miro al amigo que se va extinguiendo
entre las sombras del parque.
Yo me incorporo y enciendo un cigarrillo
para que los otros rostros que se acercan
a la misericordia de estos versos,
mientras calla dentro de mí el golpe
mudo de la noche.
Jany Perera
Pensamientos en La Habana
Difácil
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