La Naturaleza no es un Banco
Aunque el haz segado de trigo, a la luz última del día,
asemeje su brillo al que tiene el oro, la Naturaleza
no es un banco, y la flexibilidad de la vara no admite
metáfora económica ninguna, salvo cuando restalla.
Y así las grandes cosechas favorecidas por la lluvia
no alcanzaron allá por mil ocho setenta a amortiguar
el déficit provocado por los importantes empréstitos
firmados en Londres que habían permitido extender
el crédito vacante con el que se había creído pagar
la trilladora a vapor. Se importó para exportar, no
para importar más. Un año o dos sin nubes a la vista
y la trilladora urgida de algún repuesto, y el número
ingente de la deuda, blancos huesos, seco el junco
del fisco junto al arroyo seco, una escena romántica,
al azar del modélico destino liberal que copia y copia
como la literatura de sus ociosos, mucho, mucho y mal.
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Cargill & Pound
Según el Financial Times, China estaría dispuesta
a importar cereal y abandonar así su antigua política
de total auto―abastecimiento. There is worship
in plowing, escribió Pound, algo así como: “Se adora
al arar”. Y escribió también que Ching Ning, en el dos
mil y algo antes de Cristo, mudó su corte y dijo al iniciar
el mercado un mediodía: Bring what we have not here,
es decir: Traed lo que no tenemos aquí”. Según análisis
de la corporación Cargill, revelados en un encuentro
realizado en mil novecientos noventa y nueve en Shangai:
a. el precio del cereal cosechado en la zona de Jilin
es un treinta por ciento superior al del mercado mundial;
b. el programa estatal de fomento a la agricultura dilapida
mayores divisas de las que habría que pagar por cereal
importado; c. erosión del suelo, deterioro de las reservas
de agua y una amplia destrucción del ambiente constituyen
las consecuencias del obligado cultivo intensivo; d. urge
un plan agrario más eficaz, con reducción de controles
estatales y promoción comercial con otros países y empresas,
a fin de abaratar los alimentos diarios e impulsar y extender
el gasto de la población hacia otros bienes. When the cranes
fly high, think of plowing. Es probable, que, cuando el poeta
escribía, la China arcaica sólo estuviera en su cabeza.
Por ende sólo en su cabeza habría que hallar el alto ciprés
por fuertes muros rodeado, junto a cuya sombra yacen
Fu Hin, quien enseñó a los hombres a cultivar cebada,
y las huellas de esos mismos hombres que aún lo visitan.
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Juan Bautista, el problema del signo
y la reforma financiera
de Martínez de Hoz
Lo que se quiebra hacia mil nueve ochenta,
cuando se interrumpe una vez más el proyecto
industrial en el país y la importación se abre
sin restricción ninguna, es también la ocasión
cierta de una literatura local, podría haber escrito
J.B. Alberdi desde París, quien creyó más valioso
un cuero seco que el más logrado de los poemas
que aquí se pudieran crear en la coyuntura eterna
de poseer un suelo como un mundo y una deuda
del tamaño del suelo. El tema es obvio y moral,
porque la distancia entre un peso y lo que un peso
era en realidad se sostenía en una ficción de fondos
arribados desde fuera y las altas tasas de interés
se constituían ejemplares en un problema de signo
entre los que contaba el fenómeno de una palabra
sostenida en el aire si ningún respaldo cierto.
La actividad poética podría consistir en rever
esa falta de garantías con un depósito en metal
figurado pero habría que ver hasta dónde se da
su autonomía con respecto al mercado, porque
descontadas raras salvedades, cualquier poemario
de la época permite colegir indicios suficientes
del sistema imperante: aparato productivo ocioso,
libre afán de especular en la ilusión hipotecada
del crédito ajeno, despreciado el trabajo, instalada
la corrupción como hábito y ley en la sola práctica
lícita de un sentido ya vaciado ya valuado de más.
Sergio Raimondi
Poesía civil
Ediciones Liliputienses
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