LA semilla que aguarda
el
brote
contiene
ya
el
canto del pájaro.
Pero
qué aguarda
aquello
que enterramos.
Qué
aleteo redentor
u
olvido de sepulcro
abandonado.
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Es tan
pronto aún.
La luz
es un embrión
desterrado
en la nada.
Llegará
el alumbramiento
y no
sabré cómo acogerla.
Llegará
interrogando
el rostro
de los
siglos.
Y no
sabré cómo acogerla
sin
antes
abandonar
la
carnal corteza
del
desaliento.
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OLVIDAR la herida
como el
ala accede al vuelo,
con el
oficio manso
de la
distancia.
Reconocer
sus contornos
afilados.
Perder
la memoria
de la
herida.
Conquistar
el olvido,
tallo
inesperado
en la
roca.
Esther
Veintimilla
Lluvia
ilesa
Tigres
de Papel
los poemas en general no me gustan
ResponderEliminarPero los tuyos me han fascinado