La cazadora
Puse la
planta de mis pies sobre la piedra fría,
fue un
gran alivio después de correr
por la
tierra cálida del exterior,
pero la
penumbra de la cueva me cayó
como un
golpe en la nuca.
Perdí a
la toruca hace rato,
pero la
volveré a encontrar,
está
cerca,
puedo
sentirla palpitar en el viento.
Mientras
tanto unos roedores no estarían mal,
puedo
escucharlos tramar en lo oscuro.
El aire
saturado hace que me dé
un retorcijón
en el estómago.
Si me
detengo tendré calambres pronto,
pero
qué importa.
Hace
tiempo tengo la necesidad de ver a mi madre
y cazar
con ella,
quizá
vuelva al origen muy pronto,
me deje
arrastrar por el viento de la costa,
el olor
del pescado,
la humedad
del mar.
Miro
arriba, a los lados,
mi
respiración no me deja pensar,
hago
demasiado ruido.
Hace
tiempo sueño que muero,
quizás
este sea el lugar.
A veces
desaparecemos
y solo
nos vemos de costado,
a
veces,
en los
sueños de la madre.
Greta
Montero Barra
La
poesía acabó con nosotras
Ediciones
Liliputienses
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