lunes, 22 de mayo de 2023

QUATROCCENTO UN POEMA DE MARGARET ATWOOD EN LUNA NUEVA

 

 

 

QUATROCCENTO

 

 

La serpiente entra en tus sueños a través de pinturas:

ésta, de un jardín formal

en el que siempre hay tres:

 

el hombre delgado de piel verdiblanca

que lo marca como vegetariano

y la mujer con su balanceo y sus pechos duros

que parecen pegados

 

y la serpiente, vertical y con una cabeza

que tiene un color de cara y cabellos como los de una mujer.

 

Todos parecen tristes,

incluso los pocos animales de zoo, con manchas de sol,

incluso el ángel que es como una mesa de plancha

de lavandería que arde, flotando

allí con su espada de fuego

todavía sin poder golpear.

 

No hay amor allí.

Quizá es aburrimiento.

 

Y no hay manzana, sino un corazón

sacado de alguien

en este mito que de pronto es azteca.

 

Ésta es la posibilidad de la muerte

que la serpiente ofrece:

muerte sobre muerte, todas prietas,

una bola de nieve de sangre.

 

Devorar es caer

de la luna inacabable y quieta

a una tierra dura con un horizonte llano

 

y ya no eres más la

idea de un cuerpo, sino un cuerpo,

entras en tu cuerpo como en barro caliente.

 

Sientes las membranas de la enfermedad

que se cierran sobre tu cabeza, y la historia

te ocurre a ti y el espacio te envuelve

en sus armas, en sus noches, y

debes aprender a ver en la oscuridad.

 

Aquí puedes bendecir la luz,

teniendo tan poca:

 

es la muerte lo que llevas contigo

roja y cautiva, la que hace que el mundo

brille para ti

como nunca lo hizo.

 

Así es como aprendes a rezar.

 

 

 

Margaret Atwood

Luna nueva

 

Traducción Luis Marigónez

 

Icaria Poesía



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