Ese hombre, ya viejo.
Que ponga un poco de orden en mí, se
propone,
Que tire esas agendas de mi juventud,
Esas cartas de compañeros de clase,
De amigos, de amigas de los años de
estudios,
Y aun esos cuadernos. Abre uno de
ellos,
Son notas que tomaba a los veinte
años.
“En el museo, esa mañana,
Vi a la Dánae en la lluvia de oro”,
Y algunas páginas más lejos:
“And so he heard an horn blow”
Y: “knight of the two swords ye must
have ado”.
Esas palabras, él sabe de dónde
vienen,
Recuerda el día en que las leyó
Con ese deslumbramiento que vuelve a
atravesar
De un golpe sus ojos de tantos años
después.
Sigue girando las páginas.
Más lejos todavía
“They call me the hyacinth girl”.
Y he ahí que descubre
Un sobre vacío, pero cerrado.
Le da la vuelta,
Alguien ha anotado un nombre, una
dirección,
Es en Toulouse,
Palabras que obstaculizan la página,
Tiremos también esto, se exclama,
Pero no lo hace, no, recuerda,
Entrevé en el fondo de su memoria
A un hombre encontrado sólo una vez
Es una vieja casa, nunca vuelta a ver,
Cuando él tenía más o menos
veinticinco años.
Muros pintados con cal, ¡qué
liberación
Para quien viene del papel floreado de
las habitaciones pobres!
Yves Bonnefoy
La bufanda roja
Traducción de Ernesto Kavi
Sexto Piso
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