Derecho de admisión
Hay una
cola larga en la acera,
esperamos
nuestra suerte,
ya
pueden escucharles:
―
“¿DNI?, pasen”.
Espero
que no suceda una vez más,
no
quiero quedarme fuera,
la
última vez fue mi culpa,
eso me
hicieron creer.
Voy
bien vestido,
ni
pendientes, ni gorra, ni zapatillas,
el pelo
recién cortado,
no les
daré ningún pretexto,
la
gente del barrio ha ido, quiero entrar.
―¿Tienes
16 años? ¿Documentación?
―Pasa.
Con
algo más de edad,
hemos
bebido en una plaza,
vamos
porque nos han dicho que es gratis,
los que
entran antes de nosotros no pagan,
esperamos
que no ocurra.
―Son 20
euros.
―¿Por
qué?
Nos
miramos,
vemos
con claridad el itinerario
que
segrega nuestros cuerpos,
¿Dónde
denunciamos?
No
servirá de nada,
aprovechamos
un descuido para arrojarles piedras.
La
última vez fue en un bar de Malasaña,
ya
estaba en la universidad,
llamé a
los que dicen protegernos,
me
dijeron: “derecho de admisión”,
te
preguntas a ti mismo ¿por qué les has llamado?,
tus
amigos y amigas se sienten a través de tu dolor,
efímero
instante, estampa con caducidad,
mi piel
no es un disfraz, mi piel no es un momento.
Una vez
más mi noche termina en esquizofrenia,
yo que
me considero fuerte,
siento
claudicar una parte de mí,
aunque
no quiero,
no es
ausencia de rabia es ausencia de todo,
es un
Madrid que me cercena desde la infancia,
una
parte de esta ciudad nos quiere fuera.
Perdonad
si estos versos os incomodan,
os
lanzan una realidad que no queréis mirar,
permitidme
deciros que vuestra fragilidad
en este
espacio no importa,
que soy
yo el que habla ahora del derecho de admisión
a
vuestros comentarios.
Yeison
F. García López
Derecho
de admisión
Con
evocaciones de Heidi Ramírez
La Imprenta
No hay comentarios:
Publicar un comentario