jueves, 7 de septiembre de 2023

UN POEMA DE ARDE DE SARA PRIDA VEGA

 


 

 

YO TENÍA una abuela luna

que nunca me dijo nada.

 

Estaba ocupada intentando

rellenar

la herida que le trepó por la pierna

cuando pisó la arqueta del patio,

acallar

el hueco mudo de su vientre.

 

Por eso iba guardándolo todo

quedamente,

con ojos claros y vidriosos,

dentro del cajón de la cocina:

cien mendrugos de pan duro,

nueve listas de la compra,

cinco o seis corchos de sidra,

tres bolígrafos de propaganda

y un osario de servilletas.

 

Quisiera poder morder juntos

el aire, caliente de resurrecciones,

que ladra,

y sus manos suaves,

temblorosas, desvalidas,

que guardan,

y permanecen aferradas a los muros

ígneos de exterminio

y de carcoma.

 

El aire

es la sombra en el umbral oscurecido,

el rumor de grava sobre las palmas,

hiriente,

como cuchillos diminutos.

Sus manos

son aquella que se desprende de otra

el cuello que en la caída se aferra,

con dulzura,

a su soga.

 

 

 

Sara Prida Vega

Arde

 

InLimbo


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