XV
CARAVAGGIO
Se diría que Caravaggio se
tomaba al pie de la letra eso de que los últimos serán los primeros, porque
escogía a los modelos para los cuadros piadosos que le encargaban entre los
muchos amigos que tenía en el hampa romana. Bueno, tampoco él era alguien
demasiado recomendable, que digamos: con un carácter irascible, metido en
continuo en reyertas, duelos o asesinatos y al que sus mecenas hubieron de sacar
más de una vez de la cárcel.
Y aunque hoy en día, casi
cuatrocientos años después, ya con las bendiciones oficiales que otorgan los
manuales de historia del arte, no importa en exceso quién fuese quién, yo, al
menos, que siento tanta debilidad por la paja como por el grano, duermo con la
conciencia bastante más tranquila desde que sé que representaba a la Virgen con
el rostro de prostitutas muy conocidas, que sus ángeles en realidad eran
chaperos y que a cualquier mendigo, golfillo o timador de medio pelo lo
convertía en apóstol e incluso, si se terciaba, en santo.
José
María Cumbreño
De los
espacios cerrados
Ediciones
de Baile del Sol
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