Un libro
QUIENES lo abrían
recibían el tizón del ángel.
Poliedros ardían en su frente.
Y un mandato:
desconcertad, desconcertad.
―――――――――――
QUERRÍA estrangular este poema,
matar estas palabras
porque a veces no expresan,
solo ensucian
o entierran
como limo que priva del tesoro.
No hay odio suficiente, de tanto que merecen.
Mira qué inconsecuencia,
mira qué detestable necedad:
pretender envolverte mi amor en este fósil
que llamamos lenguaje
cuando decir lenguaje es triar un ataúd para lo vivo.
Yo querría
que quedara tan solo
lo puro del corazón.
Que él te descubrieras
tan lejano de todas mis palabras,
tan superior a todas.
Que en su fondo no hubiera rastro de ellas
ni de mí.
Pero este poema es también parte
de aquella paradoja de lo humano
que se busca a sí misma
en un deseo
virado a lo imposible.
Por eso aún pretende, temerario,
que sepas que te quiero.
A pesar de ese abismo que separa
el anhelo infinito
de sus menguantes logros,
a pesar de que este poema huele a agua estancada,
a víscera pudriéndose,
a carne en descomposición,
yo te suplico un salto
al vacío:
cree en este amor que en él tienta decirse.
Como todo lo sacro, también la palabra
pide un acto de fe.
Carmen Palomo Pinel
En tu espalda el desierto
XLI Premio Leonor de Poesía 2022
Ediciones de la Diputación de Soria
No hay comentarios:
Publicar un comentario