V
Del recuerdo de algunas luces queda
solo la oscuridad que nos dejaron,
el hueco negrísimo
de una ventana ciega.
Y también nos quedan
los fugaces indicios,
los breves apagones
que ya nos advirtieron al principio
que esa luz
no nos alumbraría para siempre.
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VII
Tan solo puedes ver la telaraña
cuando llueve
y el agua
se cuelga de sus hilos
y la luz la atraviesa.
El resto del tiempo
permanece invisible.
Es es Luz
la que yo busco.
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XXV
Sobre tu falda negra
un paño blanco
como un cuenco de luz que cintilara.
Un puñado de habas
cayendo en ese hueco,
brotes tiernos de vida en tu regazo,
un huerto generoso,
un enjambre, abuela,
donde una vez estuve.
Julia Bellido
Lucernario
Garvm
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