jueves, 19 de septiembre de 2024

TARANTELLA DE BEGOÑA M. RUEDA EN EXITUS

 






II. TARANTELLA (EN ALGUNAS PARTES DEL SUR DE ITALIA SE CREE QUE BAILARLA SOLO SANA LA LOCURA)




Entonces colocarán un espejo de plata boca abajo

sobre mi pecho.

Cerrarán mis ojos y comprobarán

por última vez mis muñecas. Alguien se santiguará


y mi muerte tampoco impedirá que continúe

creciendo la mala hierba ni mi muerte impedirá que

continúen las mareas que engullen hombres ni tampoco

se notara, en modo alguno, mi ausencia ni acabará

el mundo cuando se apague la luz

en mis ojos ni me llorará mujer alguna ni quedará nadie

que recuerde mi nombre en cosa de diez años ni

habrá servido de nada haber aguantado

tanto todo aguantar todo y tanto no

habrá

servido

de nada.




También se les lleva flores a los vivos.

También se reza por ellos. También.

Se besan sus fotografías

como se besan las de los muertos.

A pesar de que nos abandonan

guardamos las blusas, el reloj

y la caja de cigarrillos que se olvidaron en casa

y las planchamos y lo seguimos

guardando todo en la mesita de noche

como si fueran a regresar. Como a los muertos

se les anhela pasados los años. Se les recuerda

jóvenes aún, como hace tiempo

dejaron de ser y todavía

nos sabemos sus números de teléfono y cuándo

deberían cumplir años.


Se llora por los vivos. Mucho. Como por los muertos.

Nos parece verlos entre la multitud. Incluso

nos acercamos a saludarlos pero

no son

hace tiempo

que ya no son.




Arrastro mi pena y me miro

en el sol verde de todos los espejos.

Sólo quiero escribir

del cuerpo desnudo y su ceniza.

Acaso

también de insectos. Cuando muera

no será la primera vez que haya muerto. Una vez

me enterraron desnuda. Mi cuerpo. Mis cenizas.

Insectos. La piel se hace hilo. Acuden las moscas.

Fuimos rocas en una época noble.

El mar

sigue siendo

la más bendita de todas las oraciones. Sigue siendo


tan mortal como nosotros.





Begoña M. Rueda

Exitus


Editorial Pre-textos


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