LO SABES, ALEJANDRA
Tus lágrimas rehuyen
el triste patrimonio del insecto,
la eternidad efímera
donde la noche anida
con su afanoso ejército maldito
de horas malheridas
y árboles vejados por la sed.
Lo sabes, Alejandra:
No hay rutas para huir de cuanto amas,
porque el amor se enreda a tu discurso
como un hijo bastardo
para arrojar palabras. Palabras como piedras
que arrastran en tus versos
la terquedad de un mundo
que no supo medir bien sus pisadas.
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DUERME
a veces te sorprendes
sin pliegues donde urdir
la paz que te reclama,
ese instante de tierra y clorofila
que nutre tu raíz
con música de invierno,
y es entonces tu útero
una hoguera sin sombras
para esa fiera íntima
que resucita en ti.
A veces el amor
tropieza con tu alma
y duerme como un niño.
No habrá muerte capaz de resistir
la embestida certera de tu voz y tu sueño.
Katy Parra
en
Árbol de Alejandra
Varios Autores
Prólogo de Piedad Bonnett
Karima Editora
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