lunes, 30 de septiembre de 2024

DESVELO UN POEMA DE ÁNGELA RAMOS DÍAZ EN FALTÓ LA PRIMAVERA

 






DESVELO



A oscuras,

solo soy una sombra entre las sombras,

una herida encogida en el hueco

de mis sábanas,

y un murmullo que recorre

las paredes de mis pasos.


Esta noche los perros replican al viento

y se quejan.

Saben que tú te has ido

después de mucho tiempo.


Nadie duerme en La Laguna

en noches de luna llena.

Ni siquiera yo

que mañana tendré que repetir la rutina,

tomarme el amargo desayuno,

y correr por las calles con los libros bajo el brazo.


Luego

entrar en mis armarios

y pensar en cosas importantes:

en tus besos,

en las cosas que haré cuando te encuentre

y en las que quise hacer

después de haberte ido.




Ángela Ramos Díaz

Falto la primavera


Ediciones de Baile del Sol


sábado, 28 de septiembre de 2024

TRES POEMAS DE ANGÉLICA TANARRO EN LO QUE (NO) SÉ DE LAS PALABRAS

 






«Sólo el ángel de la guarda»

dice la mujer que duerme sola.


La ve marcharse

manos firmes, frágiles pies sobre los adoquines.

Y piensa: es breve la distancia entre la duda

y la resignación.

Corto el tiempo entre el deseo

y la huida.


No así ella.

La que cuida cada paso de regreso

al refugio.

Donde habitadas sombras, ruidosas

cañerías, espejos arrumbados

y el lujo insospechado

de un balcón con vistas.



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Un día te detienes

y escuchas esa voz.

Eso era todo.


Descargas el corazón sobre la mesa

y hacer un nudo con tus manos.


De ahora en adelante

imaginas

un nido de luz

en un pozo de sombras.


Un niño burlándose de ti

desde una foto antigua.


Ángeles sin nombre

invitados a la mesa del domingo.



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De la niebla recuerdo

su misterioso abrazo

el miedo a no reconocerme

a amanecer desnuda


sin idioma.




Angélica Tanarro

Lo que (no) sé de las palabras


Poesía Cálamo


viernes, 27 de septiembre de 2024

DOS POEMAS DE NO OBSTANTÍSIMAS DE JULIA VALERO

 






Anciana confitada




Se levanta la anciana a su colmenada

soledad, a subrayar con la bata lenta

lo tan final. Pasillesca. Su cuerpo hermoso

ha perdido el aún, lodo puro que inaugura

la verdad sobre la ternura. Pero nadie

la está mirando. Se levanta y le crujen las noticias,

le astillan las ausencias de quienes hacen

meramente su vida; centro en los hijos, dioses continuos

que ahora llaman águilas por lo de vez en cuando

y a ratos, siente, por la rapacería...


Se levanta y para qué se levanta y

hacia dónde. Se refugia mejor en la épica

del cuerpo; llegar a los pies, cerrar la cafetera,

sostén al sostén.


Hay un final que se abalanza, y nada

que ver con las olas, una niña que persiste

y ni un fonema en común con su muerte. Se

levanta y a estas alturas, dice, debe encima enmascararse.



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ELLA DUERME, CURVA EL AIRE DE LA ESTANCIA CON LA CADERA,

[EL ALIENTO.

No sabe que se viene este rayo principiado de pupila,

mi deseo, que nace de la tierra del ojo que convoca

entre sus muslos todas las veces anteriores

y todos lo genitales pues así se llama

el alavez del amor y su línea de ti temporal. Sabe

a moras, peto vaquero y seis años partidos

como un pan de madera en la mano.


Cenicientamente debería esperar a que regreses del sueño.

Cuando somos árbol nos sorprende el olor a leña que arde.

Cuando una baja a recoger cenizas recibe la insolencia del brote.




Julieta Valero

No obstantísimas


Vaso Roto


jueves, 26 de septiembre de 2024

CUATRO POEMAS DE FERMÍN HERRERO EN ALREDEDORES

 






Las manchas del tizón al llegar a casa. Cuando

anduvo entre los trigos, satisfecho

de su altura y del grano, pues

no estaban espesos, los ojos

se cumplían. También el ciclo. Recuerda

ahora que lo acompañaba un blues

de Bessie Smith porque su poso

de tristeza y antes fue plenitud

que no esperara lo retiene. El que contempla,

estima, pero ignora lo que aguarda. Doy

por seguro que son los días vulnerables

de nuevo, procuro mantenerme

a distancia y lo abandono sin piedad

mientras estriega los vaqueros, la herida.


DETERGENTE



En la fisura entre estas dos

palabras está el poema.


JUNTURA



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XXII



Toda palabra es síntoma de carencia

y aun la carencia misma de aquel

que reconstruye el horizonte con ecos

que se van alejando al acercarse. Se alejan.

Es un desasosiego, una penuria y es la noche

donde calla, paciente, como quien remienda

redes de espuma y se pierde en la arena. Es

oquedad que tuvo, que ardía

al viento entre presagios, de raíz. Se aleja.

Las olas cumplen su festín sin tregua,

irremediablemente perdurables para todo lo muerto

mientras sigo la huellas, cada vez más estigma,

con la tenacidad de un perdiguero. Me borran.



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XI



Es al pulir de brisa las imágenes que enfosqué

con paja y barro cuando asumo la locura

del buril. Y converso más estricto.

Es la red del susurro, liberarme

en los sueños semillas, que se ofrecen, y no

las paletadas que cerraron en falso, fuera

por ocultar el rostro sin estirpe

de la arena. Respiran formas entrevistas,

los mensajes que huyeron de los ojos

y sin embargo se instalaron en el arrastre

de la boca, estertor de las heridas.




Fermín Herrero

Alrededores


Fundación Jorge Guillen


miércoles, 25 de septiembre de 2024

UN FRAGMENTO DE MI MEDIO POMELO DE ELISABETH CANDINA LAKA

 



4



CARMEN Y PACO eran dos peces me contabas.

En realidad, eran más bien unas caras planas y redondas que flotaban dentro del agua de la pecera rectangular. Estábamos los tres dentro de una pecera.

Yo les pedía que se vistieran. Me ignoraban, así que yo insistía y ellos se enfadaban. Se volvían amenazadores. Peces carnívoros.

Yo debía hallar la forma de apaciguarlos. Creo entonces una imagen frente a ellos. Para cada uno, la imagen es diferente. Se trata de formas geométricas brillantes. No consigo, sin embargo, que el poder de la imagen los sujete por mucho tiempo.

Cuando su poder deja de hacer efecto, Carmen y Paco se vuelven más agresivos... Me he despertado sobresaltada.

Este sueño no nos sirve de mucho te dije. Tenías la mirada perdida.




Elisabeth Candina Laka

Mi medio Pomelo


Ediciones de Baile del Sol


martes, 24 de septiembre de 2024

LA BELLEZA DE LA MATERIA DE MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

 





ENTONCES es que el amor es uno de los modos de la mirada. Siempre lo han sabido los girasoles, que no cejan en la lenta y febril persecución de la luz a lo largo del día. Sin embargo, cuando llega la noche caen vencidos «por tanto grano, tan loca empresa», como escribió Claudio Rodríguez. Son desproporcionadamente altaneros, hermosísimos en el crecimiento desigual de los tallos. Y una vez maduros, se asientan mirando hacia el este. ¿Hacia su propio Edén?

Tanto amor, tanto grano ante la muerte.



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PEDIR asilo en la tierra de mis muertos. Haber sido materia y que se borre, que vuelva hacia la larva y sus metamorfosis, la entrega y cesión de cada mito, el nombre propio y el nombre común, aquellos topónimos que atravesamos como si fueran puentes. Quedará solo entregarse a las brasas y que soplen sobre ellas mis dos hijos. Incluso aunque el lenguaje tenga las encías muy débiles.



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AL menos son necesarias cinco insistencias, las de Eduardo Milán en el poema «Coda»: «no conozco un objeto que se pregunte qué es/ no conozco un objeto que se pregunte para qué/ no conozco un objeto que se pregunte dónde/ no conozco un objeto que se pregunte/ no conozco en el puro de cielo, azul celeste/ con sol, sin sol, no cuando llueve, gris/ verde apagado de lluvia sobre el campo/ esa lluvia donde ni ella se oye». Solo en el poema ocurre lo que no ocurre, y tal vez hay neblina, o una de esas ciclogénesis que llevan tu nombre, o la lluvia vivaz de las perseidas, y no importa ni lo que dice el objeto ni lo que dice el poema, solo el modo en que una nube quedó atrapada en las valvas de nácar de tu boca cuando preguntas qué eres, para qué o dónde, y sigues preguntando sin que sea necesario responder.




María Ángeles Pérez López

La belleza de la materia


Eolas Ediciones


lunes, 23 de septiembre de 2024

LA VICTORIA DE SAMOTRACIA DE ANA LUÍSA AMARAL EN EL EXCESO MÁS PERFECTO

 






LA VICTORIA DE SAMOTRACIA




Si yo dejase de escribir poemas en

tono condicional, y el tono de conclusión

pasase a solución más que perfecta,

sería casi igual a Samotracia.


Cabeza ausente, pero curva bien lanzada

del cuerpo de la prosodia rumbo al sur,

mediterránea, jubilosa, ardiente, leopardo

musical y geometría contaminada

por algún navío. La línea del horizonte:


cualquier línea, por donde los astros muriesen

y naciesen, otra hecha de hilo de fino acero,

y otra aún donde tu rostro me contemplase

a lo lejos, y me sonriese sin condición alguna.


Tienen varias formas las líneas del amor: no vivir

solo de mar o de planicie, ni mecida

en fuego. ¿Qué diría entonces o que dirías?


El cuerpo de la prosodia transformando en

cuerpo de verdad, los pliegues del poema,

ahora pliegues de un vestido largo, tapando

levemente rodilla y tobillo. Y no de piedra,

nunca más de piedra. Mas de carne y con

alas


Voces




Ana Luísa Amaral

El exceso más perfecto


Edición, introducción, selección y traducción de Pedro Serra


Ediciones Universidad de Salamanca


sábado, 21 de septiembre de 2024

HIGHWAY TO HEAVEN UN POEMA DE YOLANDA CASTAÑO EN PROFUNDIDAD DE CAMPO

 






HIGHWAY TO HEAVEN



I



Na autoestrada quedan marcas de curvas imposibles,

liñas vacilantes que acaban directas contra a mediana.


Cómo quedaría a miña beleza de espiga

tronzada e sangrante contra o cristal do parabrisas,

e cál sería o estado exacto dos meus peitos

que xa non caerían

nunca

máis?



II



Cápsula de só.


Entre isto e nada un minúsculo movemento.

Un descoido, unha parva regandixa de azar e o

sonrosado peso dos meus

ósos conta a

cuneta.


Unha bolboreta de frío atravesa o paso,

os meus ollos quedan prendidos do seu salto e

teño sorte.


Un dous, un dous, un

dous.



III



Se neste preciso intre

cruzase polo meu carril o máis ínfimo malfado

e a miña moza fortuna saltase polos aires,

ninguén vería nada de

turbio ou sospeitoso

na rutilante beleza

do meu cadaver sobre o arcén.



IV



A autoestrada de noite parece un videoxogo.

O negror máis opaco non me trabuca.


Coma unha intermitencia,

a miña xuventude unha liña de cocaína que ás veces

se torce.


Detrás da miña órbita excítanse os volantes.


E acelero tan rápido

como a este verso se lle vai a vida.




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HIGHWAY TO HEAVEN



I



En la autopista quedan marcas de curvas imposibles,

líneas vacilantes que acaban directas contra la mediana.


¿Cómo quedaría mi belleza de espiga

tronzada y sangrante contra el cristal del parabrisas,

y cuál sería el estado exacto de mis pechos

que ya no caerían

nunca

más?



II



Cápsula de sólo.


Entre esto y nada un minúsculo movimiento.

Un descuido, una tonta rendija de azar y el

sonrosado peso de mis

huesos contra la

cuneta.


Una mariposa de frío atraviesa el paso,

mis ojos quedan prendido de su salto y

tengo suerte.


Un dos, un dos, un

dos.



III



Si en este preciso instante

cruzase por mi carril la más ínfima desventura

y mi joven fortuna saltase por los aires,

nadie vería nada de turbio o sospechoso

en la rutilante belleza

de mi cadáver sobre el arcén.



IV



La autopista de noche parece un videojuego.

El negror más opaco no me confunde.


Como una intermitencia,

mi juventud una línea de cocaína que a veces

se tuerce.


Detrás de mi órbita se excitan los volantes.


Y acelero tan rápido

como a este verso se le va la vida.




Yolanda Castaño

Profundidad de campo


Edición bilingüe


Visor


viernes, 20 de septiembre de 2024

ESTRELLA SIN HABITANTES DE ALICIA LOUZAO EN CABEZA DE FAMILIA

 






ESTRELLA SIN HABITANTES




Dicen que la calma viene cuando hablas hacia arriba

que te escuchan las estrellas.

Yo creo que si fuera una estrella tendría cosas

más importantes que hacer

como investigar la cara de la luna o barrer la

porquería. Probablemente me daría igual inspirar

a los modistas y alumbrar la noche de los

delincuentes y de los enamorados porque estoy

muerta y en fin tengo otras cosas que hacer.

Aconsejan que hables con la voz baja,

muy erguida

sosteniendo las palabras en el aire

que te escuchan las estrellas.

Que te escuchan tu padre y el padre de Jorge

Manrique y todos los padres que lo fueron y que

ahora navegan en un polvo de lluvia y planetas y

pienso en mi padre hablando con Aristóteles o

con Hipócrates y su fuera más pequeña eso sería

un alivio.

Pero creo que estas cosas no suceden.

Que él se quedará aquí en el pecho prendido y en

las fotografías manchadas de huellas dactilares.

Muchos hombres que recibieron la curación

necesaria comiendo tranquilos un desayuno de

proteínas y sólo yo pensando en las estrellas y en

que tiene otras cosas mejores que hacer.

Todos los padres en una reunión sobre lo que

somos los hijos en la tierra. Los fracasos en el tenis.

Los nietos como regalos de Navidad en paquetes

pequeños de sangre y saliva.

Todos los padres sobre la misma estrella.

Y yo que ya no creo que estas cosas suceden.

Si fuera más pequeña sería un alivio.

Pero él ya me lo dijo una vez viendo pasapalabra:

Escucha atentamente. Qué había antes.

Nada.

Ya sabemos desde hace tiempo que las estrellas

están muertas.




Alicia Louzao

Cabeza de familia


Lastura


jueves, 19 de septiembre de 2024

TARANTELLA DE BEGOÑA M. RUEDA EN EXITUS

 






II. TARANTELLA (EN ALGUNAS PARTES DEL SUR DE ITALIA SE CREE QUE BAILARLA SOLO SANA LA LOCURA)




Entonces colocarán un espejo de plata boca abajo

sobre mi pecho.

Cerrarán mis ojos y comprobarán

por última vez mis muñecas. Alguien se santiguará


y mi muerte tampoco impedirá que continúe

creciendo la mala hierba ni mi muerte impedirá que

continúen las mareas que engullen hombres ni tampoco

se notara, en modo alguno, mi ausencia ni acabará

el mundo cuando se apague la luz

en mis ojos ni me llorará mujer alguna ni quedará nadie

que recuerde mi nombre en cosa de diez años ni

habrá servido de nada haber aguantado

tanto todo aguantar todo y tanto no

habrá

servido

de nada.




También se les lleva flores a los vivos.

También se reza por ellos. También.

Se besan sus fotografías

como se besan las de los muertos.

A pesar de que nos abandonan

guardamos las blusas, el reloj

y la caja de cigarrillos que se olvidaron en casa

y las planchamos y lo seguimos

guardando todo en la mesita de noche

como si fueran a regresar. Como a los muertos

se les anhela pasados los años. Se les recuerda

jóvenes aún, como hace tiempo

dejaron de ser y todavía

nos sabemos sus números de teléfono y cuándo

deberían cumplir años.


Se llora por los vivos. Mucho. Como por los muertos.

Nos parece verlos entre la multitud. Incluso

nos acercamos a saludarlos pero

no son

hace tiempo

que ya no son.




Arrastro mi pena y me miro

en el sol verde de todos los espejos.

Sólo quiero escribir

del cuerpo desnudo y su ceniza.

Acaso

también de insectos. Cuando muera

no será la primera vez que haya muerto. Una vez

me enterraron desnuda. Mi cuerpo. Mis cenizas.

Insectos. La piel se hace hilo. Acuden las moscas.

Fuimos rocas en una época noble.

El mar

sigue siendo

la más bendita de todas las oraciones. Sigue siendo


tan mortal como nosotros.





Begoña M. Rueda

Exitus


Editorial Pre-textos