Yo, Marina Tsvietáieva
Me
acuerdo de libros sagrados
y de
otros que no son más que cifras,
lo
elevado no incluye lo grande.
Recuerdo
días en los que se dijo de mí:
«es una
bruja»
y otros
en los que terminé encerrada por el miedo
en la
jaula de la santidad.
El
jorobado paga por su joroba,
el
ángel paga por sus alas en la tierra.
Lo que
siento no tiene cuerpo
y otros
lo miran como si fuera estéril
―sólo la carne se preña y
se pudre―.
Todo se
le ha dado al inocente
y más
al que todo lo sabe.
Yo,
Marina Tsvietáieva
pienso
en mí como en una flor recién segada.
Aunque
tenga estatura humana
la
jirafa es su cuello.
Mi
vientre se ha hinchado numerosas veces,
y dos
veces ha escupido su fruto:
las
caras de mis dos hijos amados
transparentes
y cortantes como el vidrio.
Yo,
Marina Tsvietáieva, la testigo de esa historia
cortada
en dos por la espada de Yalta,
doy fe
de una mitad aún sin voz: la mía.
Lauren
Mendinueta
La
vocación suspendida
Editorial
Difácil
No hay comentarios:
Publicar un comentario