(abril)
LOS INSTANTES
I
Hay que
afilarlos.
Desastillarlos
para
que sea limpia
la
herida;
para
que claven,
escuezan,
lo
justo y necesario.
Y entonces
(y sólo entonces)
una
palabra
bastará
para sanarme.
II
El óxido
en la herida,
solsticio
y equinoccio
de
costuras quebrantadas
por lo
dulce de mirarse
por lo
báquico de entenderse
por lo
efímero de los mapas.
Pasar las
yemas de los dedos
leyendo
eléctricas
señales braille de batallas
parcialmente
inacabadas.
Y decirnos
con un escalofrío cálido en los ojos:
“que
gane el mejor o la alegría”.
Rut
Sanz Montaña
En el
fondo de mis manos
Editorial
Páramo
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