Los
campos estériles
No es
justo que amor no se nombre
Sor
Juana Inés de la Cruz
Mírame.
Soy lo mismo que una sierva
que
acata a su señor sin levantar los ojos.
Porque
el miedo al castigo
tira más
fuerte que la libertad,
sube más
alto el hambre que la sed de justicia,
pesa más
el deseo y menos la razón.
Dicen
que no se puede vivir sin esta cosa
que va
matándome, sin esta duda
que
trabaja en los campos estériles del amos
por
apenas la cama y las migajas.
No se
puede vivir sin un salario,
sin este
marcapasos de subsidio.
Pero yo
voy viviendo sin misterio ni fechas.
Con
besos miserables, con baños de agua fuerte,
con
almuerzo de virus, con sales y bacterias,
con lujo
de caricias, con hambre a veces. Y odio.
Y
con más odio que hambre voy callando.
Como
una sierva, como un niño
tirado
a la basura o como párvula
sin
plumier ni pupitre. O como joven
somalí
moribundo, así mi vida.
Así
mi vida, sigo en esta búsqueda
de
tu huella perdida en la borrasca.
Y
tú corres, te marchas a propósito,
Viertes
sobre mi cara la lejía del tiempo,
inventas
la gramática del tacto,
derramas
esa cosa imprescindible,
esa
cosa son nombre que fermenta
en
la voz como un desperdicio.
Me
miras como si fuera un billete
que
te da el carnicero con sus dedos de sangrs,
ese
papel que coges porque no,
los
residuos de víscera no le restan valor.
De
mi haces serpentinas y confeti
mientras
escarbo en esto que no es justo
que
se nombre aunque todos lo pronuncian.
Y
te llamo y te busco y frente a ti
me
arrodillo con lágrimas impropias de mi clase.
Igual
que los esclavos.
(De
Un cadáver lleno de mundo)
Isabel
Pérez Montalbán
Qué
será ser tú
Antología
de poesía por la igualdad
Ana
Pérez Cañamares
María
Ángeles Maeso
(antólogas)
Editorial
Universidad de Sevilla
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