VÉRTIGOS
Nada de nostalgias, nada de presumir
sin querer abrir los párpados
que el tiempo es un viejo camión de la limpieza
que nos traslada a un pulcrísimo paraje
donde fuimos palmariamente tan dichosos.
Luego nos dejará tirados, no lo dudes,
a la puerta del hospital
sin nombre, alguien
coloca tu cuerpo desvanecido en la camilla.
Podía haber llegado hasta aquí, por verte
desde una rendija que es una certeza,
por no ser más que tu amigo más odioso,
por lo que prefieras, anda,
te ofrezco este ramo de lirios del valle.
De noche el viento recorre con premura
el desván de nuestra casa,
se trata de vivir desalentado,
de escuchar las voces rasgadas de los niños
ahogándose de pena, desde su revelación
el mundo ha dejado de pertenecer
al tullido rey de su república.
Cuando el verano termina por abrir
sus ventanas para que la noche refresque
y confunda el deseo, acabas
tu vaso largo de vodka.
Aquel camión fantasma del principio
carga con tus huesos.
Verás que está pautado,
como si el que tiene que volver se tocara
sin ningún comedimiento el bello sexo abrupto.
Sólo unas consultas,
quién te trajo a este lugar,
quién cuidará de ti cuando no estés.
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CONTRA LA BURLA
Secretos que atesorar bajo el sopor
de la almohada, cocos relumbrones y mixtos.
Más allá del azar, cuando se han superado
ya los años horribles y cuelgan las babas
de la boca y estudian tu creatinina otra vez,
más allá del azar
se esconden el pícaro que atenaza tu pecho
con punzones oxidados y diversos productos.
No supervisan ahora tu sudor, concibes
un mundo de posologías y callejas,
añoras el sueño donde se representa para ti
solamente la muerte.
La casa está en silencio
y el silencio es una aterida luz que no tocas,
alguien, bajo tu ventana, al pasar estornuda.
Por qué tendría uno que confesar su delito
si esperar frente a ti, teñido de lóbrego,
ya es suficiente desorden.
La cama que inquieta con su olor, el vaso
de agua lejano que miras con sed,
con locura,
el escozor de tu postilla que es fuego.
Todo te ha sido entregado
por ese absurdo dios que se estremece
asiduamente, te ha sido regalado
para martirizarte con enorme tesón,
igual que un caballero se cortaría las venas.
Bien, asume tu derrota siquiera,
nos harías un favor si partieses
a la atribulada región de los hipócritas.
Nos quedaría un sabor amargo en la garganta
pero qué más da, si hasta tu aliento
se imagina en estos casos riguroso.
Luis Miguel Rabanal
Música para torpes
Baile del Sol
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