Los
veleros que parten a distribuir mi alma por el mundo
Volverán
convertidos en pájaros
Una
hermosa mañana alta de muchos metros
Alta
como el árbol cuyo fruto es el sol
Una
mañana frágil y rompible
A la
hora en que las flores se lavan la cara
Y los
últimos sueños huyen por las ventanas
Tanta
exaltación para arrastrar los cielos a la lengua
El
infinito se instala en el nido del pecho
Todo se
vuelve presagio
ángel
entonces
El
cerebro se torna sistro revelador
Y la
hora huye despavorida por los ojos
Los
pájaros grabados en el zenit no cantan
El día
se suicida arronjándose al mar
Un
barco vestido de luces se aleja tristemente
Y al
fondo de las olas un pez escucha el paso de los hombres
Silencio
la tierra va a dar a luz un árbol
La
muerte se ha dormido en el cuello de un cisne
Y cada
pluma tiene un distinto temblor
Ahora
que Dios se sienta sobre la tempestad
Que
pedazos de cielo caen y se enredan en la selva
Y que
el tifón despeina las barbas del pirata
Ahora
sacad la muerta al viento
Para
que el viento abra sus ojos
Silencio
la tierra va a dar a luz un árbol
Tengo
cartas secretas en la caja del cráneo
Tengo
un carbón doliente en el fondo del pecho
Y
conduzco mi pecho a la boca
Y la
boca a la puerta del sueño
Vicente
Huidobro
Altazor
―Poema―
Compañía
Ibero Americana de Publicaciones S.A.
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