CAMALEÓN
El
camaleón se despliega en alfombra.
El
camaleón desenrosca la lengua felpudo.
El
camaleón pone la huella
al
charco que se abisma
al olor
su talón poroso.
El
camaleón traga veneno.
El
camaleón succiona veneno.
Lo
acoge, lo apresa, lo procesa,
lo
integra.
El
camaleón traga veneno.
Lo
picotea, lo chupa,
lo roe.
Lo
corroe.
El
camaleón rearma un espacio
en la
maraña de los intestinos.
El
camaleón cambia colores.
El camaleón
reconfigura la paleta
de su
cuerpo.
El
camaleón intercambia de lugar
los
ojos.
El
camaleón muda las córneas.
El
camaleón no es un bobo Edipo.
No
acepta extirpaciones ni huidas.
El
camaleón asume heroísmos trasnochados,
entuertos
ajenos,
mientras
se ajusta
el
accesorio de guantes blancos,
de
buenos modales.
El
camaleón aprieta las tuercas
de unas
quijadas que ya no resisten
la
adaptación al medio.
Mónica
Alía
Camaleón
Epílogo
de Ignacio Pablo Rico
Ediciones
Contrabando
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