Amor
objeto-sujeto del amor
Abrupto,
insomne roquedal te acoja.
Te
acune, para luego cercenarte
y
disolverte y descomponerte,
para
que un semidiós en celo te construya
de
nuevo. Lo que eras
en lo
que puedes ser.
Como
hacen los padres con los hijos,
los
amados hacen con sus amantes.
Sí.
Pedazos de ti. Lo que pensabas,
amaste,
odiaste, todo lo leído,
lo
aprendido en caídas y sangrados,
en
jeringas de sueño encapsulado,
en
sueños demudados de algodones,
en
blancas anestesias, que no olvidos.
Todo en
piezas de ti, mas sin romperte,
para
que un dios mejor las estructure
y te
enseñe otro tú que en ti habitaba
sin
saber que lo habías necesitado.
Podrás
luego evocar
hasta
el desmembramiento
y
decidir que pueda ser amor
porque
desgarra y porque perdura.
Y
podrás evocar con deseo el presidio
y hasta
el labio que sangra hablar erótico.
Yo no
habré de mentirte.
No te diré este
daño me duele más a mí.
Sino, más bien, aquí,
donde golpeo,
pude poner un beso que olvidarás.
Olvidarás
también este dolor!
Déjate,
amor! No haré
más del
que puedas…,
ni una
herida que otros deban adivinar.
Déjate.
Si lo hiciste, lo sé, en tus otras vidas,
Has de
negarte a mí, a mí que te amo?
Ana
Ares
Atreverse
al mar
Ediciones Vitrubio
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