domingo, 12 de noviembre de 2017

CUATRO POEMAS DE DIARIO DE CESIONES DE PACO GÓMEZ NADAL





Punto de arranque


No hay excusas
para seguir latiendo
como si dentro,
en la hueca cavidad
de nuestros fracasos,
siguiéramos teniendo un
corazón o
al menos
una o dos mentiras
para seguir
creyendo




que lo tenemos.



Normalidad


Hay días normales...
días en los que llueve,
el ceviche sabe a pescado,
el agua no tiene burbujas,
y
un padre cumple años
que,
a veces,
olvida.
Días en los que
las puertas cerradas no ajustan,
un niño sueña con ser ciclista
y las escuelas están abiertas
para cerrar anhelos.
En días normales, como hoy,
las ranas se alían con el silencio
y un viejo amigo puede ser
la voz más joven de la galaxia.
En días normales, como hoy,
pasan cosas excepcionales.
Hoy mi abuela ya no está sola acompañándome.
Hoy estoy
más solo y
más acompañado
que nunca.
En días como hoy
ni una de tus cenizas podrá calmar
esta sed de tenerte
cerca;
ni uno de los rones
que llenarán este vacío cósmico
podrá aliviar tus labios cuarteados
de las últimas y suaves horas
de tu aliento.




Diario de Cesiones



Domingo.

Los días de guardar suelo ceder lo escondido: una sonrisa sin razón, quizá; una flor recogida al salir del trabajo; un puñado de piedras que nunca tuvieron un destino.





Misiva (casi) dramática de unos nadie al borde de la esperanza


Os observamos cuando nos ignoráis, lo que nos da mucho tiempo porque la mayoría del tiempo no somos más que nadie para vosotros. Y, al veros, dudamos de la limpieza de vuestros anhelos y de la pureza de las aguas en las que soléis ahogaros.
Os vemos arañar las paredes de vuestros hogares. No hay remanso en el confinamiento del tener. Tenéis trabajos, tenéis vivienda, tenéis un carnet de identidad, tenéis que cumplir las leyes que otros dictaron para vosotros, tenéis el obsesivo deseo de tener. Por experiencia propia, sabemos que para escapar de la jaula el primer paso es renunciar a ese verbo que usurpa, extirpa, extrae, acumula, carcome, inhibe, rompe, castra y reduce vuestro ser (humano). Tener obliga, ser nos lleva a un sano espacio de incertidumbre donde lo placentero no está asegurado pero donde lo postrero siempre es posible.
Nosotros, los nadie, este ejército harapiento sin armas, provistos del don de la duda y de la capacidad del funambulismo en las cloacas del capitalismo castrante, os invitamos a dejar las ventanas abiertas, a botar todos los juegos de llaves que conllevan los miedos, a quitaros los zapatos y perderle el miedo al tacto del fondo de los ríos, a no volver al puesto de trabajo si no es para llenarlo de matas de papaya y huevos de pelícanos, a sacar a vuestras hijas e hijos de los campos de concentración que llamáis escuelas, a intercambiar abrazos por comida, comida por conversas y noches de luna preñada por canciones que hablen de reinos sin reyes y de hadas sin madrinas.
Nosotras, nosotros que somos nadie porque así nos llamaron y porque así nos sentimos, sabemos que la nada es el país de la cucaña, el áspero rincón donde no hay promesas, la olorosa fragua donde martillear nuestras almas de algodón rozado, la manigua cargada de agua, orquídeas y plantas venenosas. La nada no os entrega nada, pero no os quita la esencia. La nada no os promete un océano de melcocha pero os permite nadar sin cargas en los mares que otros desconocen.
Os animamos a dejar de ser alguien, a destruir todo rastro de vosotros mismos para comenzar a ser vosotros mismos, a desaparecer de las calles atestadas de neones y buscar las trochas que se bifurcan. Para ser no hay mapas ni brújulas, para dejar de ser no hay leyes ni hipotecas. Los nadie os esperamos en la luna oculta de ese sol que os deslumbra.


Paco Gómez Nadal - Diario de Cesiones

Amargord Ediciones







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