La pescadera Muriel
vives del hielo para conservar lo que muere
fácilmente
en tus manos se deshacen las espinas
dorsales del mundo
me sacaste del océano
capté el anzuelo de la muerte
comí el gusano que me diste
en el cubo en el que iba sedal al cuello
tan invertebrada por tu mano
otros gemían en estertores finales
golpeaban con todas las aletas
pensaban en sangre sólo en sangre
nos pusieron en el hielo mostrando
abiertamente
el espectáculo subacuático del desastre
pasamos a ser ya muertos los tan
perecederos
y con esa misma mano que cortó la cabeza
y que arrastró nuestra espina tan frágil
ofrecías gentilmente la terrible mercancía
porque la muerte reciente es para ti
una garantía de la máxima frescura
María Eloy-García – Cuánto dura cuanto
El Gaviero Ediciones
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