AHORA
Ahora
que no se puede sentar,
que se
limita a estar ahí
echado,
mirando la pared,
olvido
el tiempo cuando sí podía,
el
tiempo cuando sus gafas
hacían
milagros de luz en los cristales.
Verlo en
el hospital me ha hecho olvidar
al
hombre que se tendía
cuan
largo era en el sofá,
envuelto
en una manta inmensa,
sofocado
en flor. Cuánto hace que olvidé
al
hombre que podía comer,
no
alimento denso, terrenal, sino
tajadas
de luz, capullos, la enmarañada esencia
de la
materia hecha visible.
Es como
si hubiera abandonado
a ese
hombre vigoroso de labios hinchados,
a ese
hombre de torso tan macizo como un planeta de plomo,
como si
hubiera dejado atrás a ese hombre joven, mi padre,
a ese
niño de piel suave,
atrás a
mi padre antes de conocerlo,
cuando
sólo podía dormir y alimentarse del cuerpo
de una
mujer, atrás a esa criatura que miraba fijo
tal como
lo hace ahora, echado con los ojos abiertos.
Después,
sus párpados empiezan a cerrarse,
y por un
instante brilla la media luna
de otro
mundo ahí dentro, antes de dormir.
Me quedo
a su lado, como quien rema
junto a
un nadador, sin tocarlo,
viendo
la tenue luz de sus brazos
en la
noche del agua.
Sharon
Olds – El Padre
Traducción
de Mori Ponsowy – Bartleby Editores
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