Huérfanos
La felicidad era un trozo de carne
aprendiendo a gemir, una manada de pequeños lobos hincando sus
hocicos negros en ella; poco antes habrías sido parida con toda la
liturgia de los hospitales del primer mundo, sobre un rosal. Tu
llanto eran espinas y desconcierto; qué hacer en ese calvario de
sábanas, que otra cosa que unirnos a la orgía e invocar otro olor a
tierra mojada, y esperar la lluvia y permanecer en silencio,
abrazados y callados, mientras, llegaba nuestro turno, lento y
cansado, como un viejo caracol; descorazado, desahuciado y sin ánimo
de nada, arrastrando otra lucha perdida más; desnudo, exponiéndose
a la burla, que nos llevó a olvidar a la madre palpándose el pecho
hasta dar con el corazón y extraerlo y echarlo todo entero y que
sirva de alimento para las bestias.
[Diciembre, 2010]
Anna – Gsús Bonilla
Planeta Clandestino – Ediciones del 4 de
agosto
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