viernes, 17 de octubre de 2025

UNA BUENA DE HERMANA DE MATTHEW DICKMAN EN CAFÉ EN LA NIEVE






UNA BUENA HERMANA



Cuando mi hermana mayor me preguntó si quería ir con ella

a ver el cuerpo de nuestro hermano hubiera querido ser


quien dijera que sí, sí claro voy a ir, voy a sostenerte la mano

y voy a estar a tu lado mientras el encargado del cuerpo de nuestro

hermano lentamente


corre la cortina de la ventana del velatorio como una marea que

se retira en una película casera de los metálicos años 50.


Su cuerpo ya no es un humedal.


Su cuerpo ya no es una amenaza.


Su cuerpo ahora se abría y cerraba como la puerta de un coche.


Ese día los rododendros habían pasado del rojo al rosa bajo el sol

y por todo el barrio las crías de pájaros llamaban a sus madres


desde los nidos que sus padres habían construido.


Perdóname, fui un mal hermano toda mi vida, un mal hijo, un mal

padre, una mala madre.


Sólo he sido hermana para mí.


Tomar café en la nieve como alguien que nunca va a morir, parpadear

hacia el severo cielo gris, que


en su remolino lechoso era más suave de lo que nunca podré serlo.

El cuerpo de mi hermano tendido en una mesa sin hermano que

encontrar


Ya no recuerdo a qué olía. Ya no recuerdo qué tacto tenía.


Ya no.


Es como el final de una película francesa, cuando los amantes

finalmente caminan uno hacia el otro en la noche, después de la

guerra, y en la distancia


se oye el sonido de las olas golpeando, y después están justo ahí,

cara a cara, pero la película termina antes de que se besen y la

palabra FIN llena la pantalla.


Podrían haber besado a mi hermano por última vez.


Podría haberme dirigido hacia la piedad y agacharme y olerlo y

tocarlo y besarlo.


Perdóname, podría haber sido una buena hermana.


Podría haberle trenzado el pelo y haberle pintado las uñas y haberle

hablado de chicos,


podría haberme acostado en la cama de metal con él, cubrirnos

con la delgada


sábana blanca y abrazarlo y escuchar el sonido nulo de su corazón

y el sonido nulo de su respiración y dormirme.




Matthew Dickman

Café en la nieve

[Antología personal]


Traducción de Sebastián Urli y Patricio Grinberg


Kriller71 ediciones


 

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