No añadas nada de poesía a tu mirar
JORGE RIECHMANN
En las copas febriles de los árboles
la luz
diva de cine
se aferra a su esplendor
el petirrojo relumbra
y al cuervo le centellea
en el pecho purpurina
la noche espera en su camerino
entre su repertorio busca y busca
tú lo miras todo desde el palco
y te preguntas cuántas veces
al tesoro lo ocultan menudencias
―durante el poema siempre caen las sombras―.
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Los muertos nos proponen tareas
RUTH KLÜGER
Bajo los focos feroces, el jefe de pista
escupe los nombres de los muertos
nuestros muertos
como si fueran el zapato roto de una antigua pobreza
nos hace su público y por lo tanto cómplices
nos contagia un aire corrupto
el desarraigo de un circo ambulante
quién será el primero en cortar las cuerdas
de los trapecios, quién les arrancará
a los caballos sus oropeles
y soltará las fieras mientras azuza
los nombres de los muertos
nuestros muertos
para que se indignen ellas que alimentan
la rabia entre sus zarpas, para que rompan
la fraudulenta mansedumbre de las jaulas
para que levanten las cabezas de gladiador
y rujan en su mundo sin mentiras:
el cielo es la pantalla que no cansa.
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Los cerebros como granadas explosivas
LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL
Para Rodrigo Córdoba, in memoriam
Cuidas lo que lees igual que preguntas
antes de abrir la puerta de tu casa
para distinguir pozo de espejismo
pones conciencia de zahorí en la mano
que expectante tiendes a la biblioteca
reclamas bisturí o venda
vas buscando bar o templo
demandas la verdad que te estremece
―la mentira arruina cualquier cita―
cuidas lo que lees porque en tu sudor
rastreas los aromas de los otros
cuidas lo que lees porque un libro es
el lugar de reunión de los dioses tuertos
donde la vida acaba con dos puntos:
Ana Pérez Cañamares
Seronda
La Garúa
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