jueves, 5 de diciembre de 2024

UN POEMA DE ROPAVIEJA DE LANA NEBLE

 






 

 

 

Cuando escuchaba a Caraperro llorar,

yo me arrinconaba de puntillas

tocando las baldosas con los dedos desnudos

sintiendo el frío hormiguear en mi piel

como si fuesen gusanos lanzados por la culpa.

La culpa de escuchar los quejidos de Caraperro,

que de pronto me hacían sentir lejana

infranqueable,

asustada de participar en un momento doloroso.

Me eduqué en pellizcar mis pliegues y así condenarme

cuando decidía estar en los márgenes.

Aunque supiese que hacer oídos sordos

también causase un ruido insoportable.

 

Crecía en mí el desapego cuando Caraperro lloraba,

porque aún me encontraba bajo una cáscara de pollo menudo

demasiado blanda para la tristeza adulta.

Si decidía acercarme, sabía que Caraperro me pediría perdón

sin hablar

porque en su boca solo había desconsuelo,

en cambio sus ojos

siempre revelaban:

cómo te explico el dolor

si lo único que quiero

es protegerte de él.

 

 

 

Lana Neble

Ropavieja

 

Editorial Dieci6

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