DAS las buenas noches
con una
derrota.
Al
despertar, abrirás tu cuerpo
más
allá del nosotros.
A
precio de saldo,
tu
herida y la deuda
con el
propio deseo.
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TODO tu cansancio te amortaja.
Su daño
anula tus sentidos
y
pudrirá tu sombra.
No
escuchas
las
voces amables de tu lengua.
Te
resbala el abrazo.
Tu
condena:
escupir
palabras.
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HOY es el cumpleaños de las algas.
En el
mar, la luz promete
mitades
de muerte y canto.
Casi
como en aquel bosque
donde
anidaban
pájaros
invisibles,
flores
azules.
Las
noches se acortan,
el sol
te ciega a deshoras.
Tus
horarios se enredan
con el
relato de las arañas.
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DÍAS como agua turbia.
Castigo
de tiempo arañado.
La
imposibilidad
de
abrir los ojos
incrédulos
al sentido.
Te
preguntas por qué amaneces.
Sabes
que el mundo
no te
espera.
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MASTICAS el gris,
su
fondo de espejo y amanecer.
Preguntas
por el tiempo.
Tu
infancia es una mueca,
un
rumor de fracaso sin paradero.
La
tarea de amasar el vacío.
Cómo
duele esta mañana
con
vocación de naufragio.
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CUENTAS los minutos
en los
saltitos del pájaro.
Su
picoteo estéril
sobre
madera vieja.
Podrías
ser tú.
Ignoras
qué escribe
el
pájaro de ti.
―――――――――――
TRAS semanas de agua
el
campo no es tu espejo,
rabiosamente
espléndido
incluso
en los recodos.
Su
verdor es tu carencia.
Desafiante.
Tiemblas
ante el límite
de
amaneceres nuevos.
Temes
no
estar a la altura
de
tanta primavera.
Ana
Belén Martín Vázquez
Astillas
Bartleby
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